Goldberg vuelve a estar de actualidad y desde TurnHeelWrestling reflexionamos sobre él.
Cuando a los 13 sintonicé por primera vez TNT para ver un Nitro y en pantalla apareció Goldberg, me quedé boquiabierto. Desprendía un aura muy atrayante, que sumada a su físico, su entrada y el poderío que demostraba en el ring, hizo que se convirtiera en mi luchador favorito.
Estoy hablando de 1999. Goldberg ya no mantenía su famosa racha de victorias sin derrota, pero me daba igual. Acababa de empezar con el wrestling, solamente quería verle una semana tras otra y por suerte así era. Con Nitros de tres horas había espacio siempre para él. Todos los combates eran cortos en aquellos shows, así que que los suyos rara vez llegaran a los 10 minutos no se me hacía raro. Además por entonces no tenía la posibilidad de ver PPVs, es más, ni me enteraba muy bien de qué eran, así que no sabía que había eventos en los que un luchador se podía lucir más.
Mi afición creció, mis conocimientos sobre el wrestling también, así como las posibilidades de ver más cosas aparte de aquellos Nitros y Thunders. Además, menos de dos años después de la primera vez que vi aquellas llamas y rayos, WCW murió.
Como soy un culo inquieto, entre medias caí en eso que llaman puroresu. Menuda alegría el poder ver a Goldberg en AJPW en el verano de 2002 contra Taiyo Kea y Satoshi Kojima. Pero… ¡OCHO MINUTOS¡ ¡LOS COMBATES DURARON OCHO MINUTOS! No cada uno, que ya hubiese sido poco, ¡SINO QUE LO HICIERON ENTRE LOS DOS!
A partir de aquí tocaría hablar de su primer paso por WWE, del segundo… Que queréis que os diga, no me apetece. Me ha quedado una introducción muy larga así que me toca ya desarrollar.
Goldberg debuta en junio de 1997 y hasta enero de 2001 fue un regular en televisión gracias a WCW. Muchos, muchísimos squashes, acompañados por algunos momentos de calidad como aquel contra Diamond Dallas Page en Halloween Havoc 98 y otros algo bizarros como el provocado por Steven (William) Regal riéndose de él en un Nitro. Pero fue alguien que en muy poco tiempo, sin prácticamente coger un micro, encandiló a una generación. Objetivamente, la superestrella más importante que WCW consiguió crear desde Sting. Y todo eso en solamente tres años y medio. Golberg podía ser mejor o peor en el ring, respecto a promos o persona, da igual. Su nombre estaba vinculado a relevancia.
¿Pero hasta que punto puedes vivir de las glorias del pasado? Desde 2016 cada una de sus entradas dura más que su actividad dentro de las 12 cuerdas. Ha tenido más de una declaración en la que no es que demuestre precisamente su amor a lo que aquí nos reúne. Añadid a eso con un contrato que solamente le obliga a subirse al ring dos veces al año. Sí, esto no es culpa suya como tal, pero si ocho minutos en dos luchas me parecían poco en 2002, cuatro en 2020 no lo mejora.
En el momento en el que escribo estas líneas se rumorea su vuelta de cara a WrestleMania para enfrentarse a Roman Reigns demostrando la poca capacidad de WWE para crear nuevos main eventers, aunque a saber qué pasará de aquí a primavera.
Goldberg se ha convertido en una especie de parche usado en el momento en el que hay que rellenar un hueco y quieres poner a alguien con nombre. Pero cada vez que eso sucede, el parche se va deshilachando. Cada vez es más dominante y a su vez más dominado, lo que resulta paradójico. Si gana a alguien en tres minutos, en unos meses otra persona, o la misma, le ganará a él en el mismo tiempo. Y todo esto casi siempre dentro de la órbita titular.
Los que ya la vemos WWE nos quedaremos y protestaremos, pero no importa ya que da la sensación de que la compañía vive para y por el aficionado casual. Así que cuando este se pierde debido a la ausencia de público y el espectáculo que rodea tu show, se le ven las costuras. Goldberg hará que vuelvan unos pocos, no me cabe la menor duda, ya que funciona, pero cada vez menos. Es muy complicado que alguien que aparece muy de cuando en cuando retenga a nuevos seguidores. Pero con decisiones así WWE se acerca más a ser una empresa para turistas.
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