Tú que me has escuchado cagarme en el primerpersonismo, perdóname antes de empezar, soy hipócrita y lo sabes bien. Hace ya un año me dio por hablar sobre mí, sobre cómo me daba miedo que llegue ese punto en el que entras en el sistema y te quedas con una minúscula parte de tu tiempo libre a repartir entre todas tus aficiones. Ese momento en el que te debates si merece la pena dedicarle tanto al wrestling, si cunde ver todo el show o hacerlo meses después, de ir rezagado porque tienes prioridades más importantes, de abandonar compañías. Esta semana algunos conocidos de Twitter han compartido una tier list en la que ordenaban sus empresas, cuáles ven, cuáles no, cuáles ven algo, etc. Me sirve de excusa para esta reflexión.
Un año después tengo más trabajo que antes pero en las mismas condiciones. Este mes tengo más tiempo para mí, sin embargo no quiero dedicárselo en exceso al wrestling. Tengo el primer evento de TERMINUS, las recomendaciones indie de amigos, el último Utami Hayashishita vs Syuri y la segunda noche de NJPW Wrestle Kingdom 16. Y a la vez tengo cuatro libros y un tomo por leer, unas cuantas pelis y series –entre ellas ‘Los Soprano’ y ‘Boardwalk Empire’–, el Read Dead Redemption 2 a pocas horas de acabarlo, la saga de Dead Space por jugar… y un TFG al que echar un ojo desde hace mil. Todo ello sin abandonar a mi familia y a mis amigos.
También quiero que si la ¿¿¿??? de Stardom confirma mis sospechas pueda seguir la compañía como hago con Impact Wrestling, al menos con más esfuerzo. No sé si lo conseguiré.
La rueda sigue girando y ya se avecina un nuevo PPV de Impact, el segundo de TERMINUS y todos los shows semanales que ocupan desde mis miércoles hasta los sábados. De ahí la importancia de ser selectivo aunque duela. Es algo que he aprendido con las series y películas, ya que por muchas grandes calificaciones que tengan algunas producciones no doy abasto y debo sacrificar por mantener abiertas las puertas al resto de aficiones. Sé que ‘Succession’ o ‘La Casa de Papel’ son la repera, pero ahora mismo estoy al límite. No me llaman tanto, como tampoco lo hacen los shows de Game Changer Wrestling (GCW) o Pro Wrestling Guerrilla (PWG) u otras promociones para seguirlas. No deseo desequilibrar la armonía creada.
A veces también siento que le damos demasiado bombo a las valoraciones. No solo a las de Dave Meltzer, sino en general. Quienes me conozcan fuera de la tinta saben que a cada filme que veo lo suelo incluir en un hilo con una opinión y lo recomiendo si lo merece. Este año no me ha apetecido con algunas, lo veo innecesario porque todos compartimos nuestra valoración y hay casos en los que solo sirve para enrocarse en una postura y señalar al resto. O sacar defectos porque sí por no haber cumplido las expectativas. Me he puesto una peli por pasar el rato, no quiero andar analizándola. Lo mismo con el wrestling.
Otras veces no entiendo el sentido de las estrellas, porque podría ser una buena métrica –siempre que tenga fundamento otorgar cada una y esté pormenorizado– para ver la progresión de un luchador bajo un criterio personal. La mayoría lo usa para seleccionar los MOTY y dar una lista, pero sería interesante que aquel que lleva haciéndolo por años comparta cómo bajo su prisma ha evolucionado X luchador o luchadora. Tal vez sería una mejor forma de usar el dato más que una simple catalogación de qué he visto y qué me ha parecido. ¿Cuándo revisas el rating recuerdas lo que te hizo sentir o si te gustó más o menos?
Mira que estoy en Twitter, en un podcast y en este espacio contando lo que me parece con total libertad, pero pienso que hay momentos en los que nos centramos tanto en examinar cada detalle y en poner nuestro juicio por delante que nos olvidamos de disfrutarlo. ¿O es que el wrestling siempre debe mirarse con lupa? Es otro de los inconvenientes y de por qué requiere tanto tiempo. Ese ‘si parpadeas te lo pierdes’ que te mantiene pegado a la pantalla para comprender cómo se llega a la campana final. Y joder, fastidia.
Envidio a quienes se juntan en un bar, hablan de sus cosas y pueden compaginarlo con el partido que tienen enfrente porque en los noventa minutos han visto todo y les da igual si el centrocampista está manteniendo buenas estadísticas o rinde mejor en este esquema que en el 4-3-1-2. Será que nos lo tomamos demasiado en serio, o que yo estoy muy preocupado por una nimiedad, viendo algo que en realidad pocos están haciendo. Que esto será arte, pero no siempre estoy presto para sentarme y dedicarle toda mi atención.
Tal vez este sea un punto a favor del comedy wrestling y el formato menos professional wrestling sin venderse al entretenimiento.
Por eso abogo por los descansos entre temporadas en los shows semanales y televisivos porque se agradecería tener un poco más de tiempo para otras cosas. Este entretenimiento deportivo te obliga a estar siempre porque nunca acaba. Las historias sí lo hacen pero los protagonistas se mueven hacia otra, cimentan sus legados, crean una generación y pasan la antorcha. Es cíclico, la rueda sigue. Aterra pararse y descansar porque sabes que te estarás perdiendo algo bueno, el Road To del próximo PPV o grandes combates en las indies. No lo haces porque lo mismo regresas y te encuentras desorientado. Y entonces te debates entre volver al punto donde lo dejaste o intentar comprender lo que está pasando.
El wrestling no es mi principal afición, nunca lo ha sido. Le tengo mucho cariño y me encanta charlar, leer, escribir y compartir opiniones con todo el mundo. No obstante es un entretenimiento que te tiene cogido por los huevos, que te mantiene semana a semana como si fuera tu pareja tóxica, que te ves en un rio bravo empujado por la corriente sin mayor opción que seguir a flote. No hay momento para darte un respiro, para salvaguardarte en la orilla y volver con más ganas a disfrutar de la experiencia.
Estamos condicionados por las valoraciones, las estrellas, y por un producto que exige más de ti que cualquier otro deporte. En esta madurez elijo ver algo de WWE –NXT 2.0, NXT UK y de los PLE los combates que me llamen la atención–, los shows televisados de AEW, los PPV de Impact Wrestling y NWA y del resto picar de aquí y de allá si aguantan el paso de los meses. No me olvido de Stardom, pero ya veremos qué me cuesta.
En unos años la vida laboral y familiar me lo pondrá todo patas arriba y se joderá todo. Con el sonido del segundero terminaba el artículo. Así es, inevitable. Otro día filosofamos sobre cómo hacen esos privilegiados para ver los callbacks de algunos luchadores o de la duda congénita en este espectáculo deportivo que apenas posee bibliografía.
Gracias por leerme, gracias por la comprensión. Hasta la semana que viene.
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