Bajo el sustento económico de Tony Khan, AEW ha llegado a basar gran parte de su atractivo en los nuevos fichajes. Un arte en el que juega con ventaja, pues la libertad para que sus contratados peleen en otras empresas es más abierto que el de WWE. A pesar de estar inmersos en esta nueva era post Vince McMahon, la gran carpa del espectáculo deportivo comandada en lo creativo por Triple H no ha dado su brazo a torcer. Hay excepciones, como la lucha que Shinsuke Nakamura tendrá con la leyenda The Great Muta en Año Nuevo en NOAH, pero la partida, con otras reglas, sigue siendo el mismo. Sin embargo, lejos de ser solo una forma de colocar piezas afines en el nuevo tablero, el yernísimo quiere atraer, como si de unas elecciones se tratasen, del mayor número de aficionados posible. Son tiempos de cartera en las dos compañías más grandes de Estados Unidos.
Ha logrado convencer a Johnny Gargano y Candice LeRae tras no renovar contrato el año pasado, y ha traído de vuelta al psicópata Dexter Lumis, a tres cuartas partes de Hit Row –Ashante ‘Thee’ Adonis, Top Dolla y B-Fab–, a la siempre confiable Dakota Kai, al monstruo entre monstruos Braun Strowman, al dúo apocalíptico de Karrion Kross y Scarlett y, para alegría de AJ Styles, a The Good Brothers –Luke Gallows y Karl Anderson–. La última, Emma, respondió al reto abierto de Ronda Rousey en el pasado SmackDown. La mayor, el regreso de Bray Wyatt con un misterioso personaje del que todavía se conoce muy poco; el White Rabbit fue solo el comienzo. Y todavía puede llegar Tegan Nox o Mia Yim.
Subidas al roster principal y cambios en los personajes aparte, ¿qué aportan estos viejos conocidos en WWE? Quien más, por supuesto, es la víctima de Uncle Howdy y sus intenciones, un maestro en el micrófono y un imán diferencial para pescar en el lago de los espectadores casuales. Dakota Kai, con sus compañeras de Damage CTRL Iyo Sky y Bayley, han supuesto el fichaje más importante en cuanto a uso en lo que Triple H lleva al frente del apartado creativo. Karrion Kross y su acompañante Scarlett, en cambio, aportan un posible top heel a SmackDown. El resto, muy a su pesar, son parches. Gargano y LeRae no han marcado la diferencia en Raw, no se vislumbra que Dexter Lumis vaya a tener nada relevante de estos secuestros a The Miz –más allá de añadir entretenimiento en pantalla–, y The Good Brothers, Braun Strowman, Hit Row y Emma serán parte de la programación, pero no darán que hablar.
Las bondades del proyecto de WWE no son las novedades, sino los retoques para dar mayor relevancia a lo que sucede sobre el cuadrilátero y desligarse de algunos personajes caricaturizados. Ejemplo de ello son tener a Imperium en su máximo esplendor, Butch petedunneizado, el descenso a la comodidad de la locura de Nikki Cross y la vuelta de tuerca de Judgment Day, con Finn Bálor y Rhea Ripley saliendo reforzados.
Ahora bien, los regresos a golpe de talonario crean un cuello de botella del que a diferencia de AEW, Triple H debe preocuparse. La Nightmare Factory, territorio asociado para el reclutamiento de posibles futuros luchadores de la empresa de Jacksonville, no tiene tanto peso y relevancia como sí lo tiene NXT y el Performance Center. Es cierto que en la camada actual son muchos los que necesitan tiempo extra para alcanzar un nivel óptimo para ser candidatos al ascenso, aunque Carmelo Hayes, Bron Breakker, los hermanos Creed, Mandy Rose o Sarray podrían llegar pronto al techo de sus trayectorias en la ya marca amarilla y blanca.
E incluso sin irse a la base: los vestuarios de Raw y SmackDown se están copando de luchadores caídos de la programación. No sería nada descabellado pensar que tras WrestleMania 39 la lista de despedidos será extensa y dolorosa. Y en AEW acabará sucediendo algo parecido, solo que Tony Khan dejará que los contratos expiren para que se inicie el baile. ¡Cambio de parejas! Ahora Hunter baila con Andrade El Ídolo y Khan con Cedric Alexander.
Serán los meses malos, sus innumerables problemas detrás de las cortinas, que han opacado su buen hacer en las historias y feudos sobre el cuadrilátero, los que han ayudado a WWE a convertirse en esa figura actual de empresa de notable alto. Pero AEW sufre del mal de ‘grandes nombres debutando, insulsa trayectoria posterior’ que puede replicarse próximamente en la otra compañía.
Por cada fichaje alguien pierde su tiempo en pantalla, y por cada cambio de régimen hay una reordenación del tablero. Pero en esta carrera por sobrevivir en un medio cada vez más diverso y con un impacto sobre la cultura pop poco a poco menor, cerca de una renegociación de los acuerdos televisivos, la salvación está en captar a los antiguos fieles resignados y a los posibles nuevos amantes del pro wrestling.
Tal vez la cantera de WWE no esté en su mejor momento, pero jugar bajo la misma estrategia que Tony Khan, cuando las condiciones son diferentes, solo puede traer un círculo vicioso que beneficia y a la vez perjudica a las superestrellas. Para que haya tal movimiento en el mercado alguien deberá hartarse en la cola del catering, que más tarde encontrará la felicidad en una promotora rival. No habrá mayor perjudicado que el talento joven en ascenso y las empresas de menor caché, que aunque reciban nuevas caras quedarán desprovistas de sus mejores bazas. Pero nosotros sonreiremos, supongo.
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