Analizando las victorias constantes de AEW sobre NXT.
Desde las Monday Night Wars entre WCW Nitro y Monday Night RAW, las comparativas en cuanto a ratings televisivos en los shows de pro-wrestling habían quedado muy lejos. Las empresas de lucha libre que lograban hacerse un hueco en televisión nunca intentaban contraprogramar a los eventos de WWE (NXT), porque hacerlo suponía habitualmente un fracaso estrepitoso, hasta que llegó un nuevo actor (AEW) bajo la premisa de “conseguir cambiar el negocio”.
Un negocio absolutamente monopolizado por la familia McMahon, que se limitaba a dejar las migajas a otras pequeñas promociones que competían a nivel nacional, con una repercusión mediática notablemente inferior. Las TNA (ahora Impact Wrestling) o Ring of Honor, trataban de sobrevivir en unas condiciones económicas poco boyantes pero suficientes para continuar con su actividad.
Ese nuevo actor, el que prometía revolucionar una industria sumida en un estancamiento pronunciado, no era otro que All Elite Wrestling. Una compañía presidida por Tony Khan, que había nacido del sueño de Cody Rhodes y sus compañeros de ‘The Elite’.
Tony Khan, además de ser hijo del magnate paquistaní Shahid Khan, también es un gran fanático de la lucha libre. Khan, era un absoluto desconocido en el ámbito del pro-wrestling, pero acabó maravillado por el evento ‘All-In’, producido por The Elite, y la repercusión mediática que obtuvo. Fue el primer show de wrestling producido en Estados Unidos que, sin estar bajo el amparo de WWE o WCW, conseguía vender 10.000 entradas. Tony Khan propuso a un grupo inversor deportivo, propiedad de su familia, la idea de crear una promoción de lucha libre profesional, que se acabaría convirtiendo en lo que es hoy All Elite Wrestling.
Tras varios eventos en PPV, AEW anunciaba su debut televisivo los miércoles por la noche, a partir de octubre de 2019. Este hecho era simplemente la evolución lógica de la compañía, que ya había cosechado grandes éxitos de ventas en PPV y entradas desde su creación en mayo de 2019.
Días después del anuncio oficial de AEW Dynamite saltaba la sopresa: WWE anunciaba que había alcanzado un acuerdo con USA Network para emitir, también los miércoles, su programa NXT, que se emitía en ese momento en WWE Network. El show amarillo también aumentaba su duración, de una a dos horas y empezaría a emitirse por televisión el 18 de septiembre, dos semanas antes que AEW Dynamite.
El movimiento de WWE demostraba muchas cosas: confianza en su producto, tolerancia a la improvisación en su estrategia y quizá, un poco de miedo. Para frenar el impacto mediático del estreno de Dynamite, Vince McMahon decidió estrenar antes su programa en la misma franja, reforzandolo como el pionero (llegar primero suele ser sinónimo de ser el líder cuando hablamos en términos de marketing), y permitiendo crear una conexión con los espectadores dos semanas antes que la competencia, de modo que pudiera enganchar al espectador, que conocería las historias de NXT antes que las de All Elite Wrestling.
WWE sabía que AEW no había venido a jugar, si no que realmente quería pelear. Vince valoraba a AEW como competencia, aunque no lo haya dicho nunca de forma pública. Era la primera competencia real en muchos años, incluso por encima de aquella TNA que parecía que iba a comerse el mundo con AJ Styles, Sting o Kurt Angle en el plano estelar. Ni en esa gran época, TNA fue capaz de cambiar el devenir estratégico de WWE, algo que AEW, sin tener ni un show semanal, ya estaba consiguiendo. Sin duda que los Khan ofreciesen respaldo financiero a All Elite Wrestling era síntoma de que la empresa estaba confeccionada para ser grande desde el día de su nacimiento, y un hombre de negocios como Vince lo sabía.
Una vez comenzaron las emisiones rápidamente se vio una fuerte igualdad entre ambas marcas, pero con el tiempo, la balanza comenzó a decantarse por Dynamite, que empezó a distanciarse de forma paulatina, de los espectadores de NXT, hasta llegar a una diferencia de 200.000 espectadores entre un show y otro.
Ahora, una vez contextualizados las Wednesday Night Wars, voy a intentar desgranar porqué AEW Dynamite es hoy un programa más visto que NXT.
• No puedes competir contra el producto principal de un competidor con tu tercer producto.
WWE valora a NXT como su tercer producto en importancia. Eso lo sabemos todos los aficionados. Y la teoría del comportamiento del consumidor es firme en este sentido. Pues obviamente, a la hora de elegir con qué producto me quedo, lo normal es decantarme por aquel que sé que va a ofrecerme el 100%, en este caso AEW. Solo los fieles muy fieles de Starbucks irían a pedir su tercer mejor café, aunque pudiesen tomarse el mejor café de otra franquicia de café take-away.
Creo que WWE ya ha detectado este problema, aunque algo tarde para mi gusto. Rápidamente le dieron mucho protagonismo a NXT en Survivor Series, y integrar a luchadores del main roster en algunos de sus shows (El traslado de Finn Bàlor, Charlotte actualmente o Kevin Owens en War Games 2019) y así aumentar la sensación de valoración por parte de la compañía hacia NXT.
• Toque de atención a WWE por la bajada de calidad en sus contenidos.
Muchos aficionados de la lucha libre descubrieron que había vida más allá de WWE con la llegada de All Elite, y decidieron dar una oportunidad a su contenido. Muchos por supuesto, lo harían de forma esporádica, pero otros tantos seguro que acabaron cayendo en las redes de Cody, Omega y los Bucks, convirtiéndose en fieles del producto televisivo de estos.
Creo que este tipo de cosas acabaron obligando a WWE a modificar sus dos grandes programas RAW y Smackdown, más allá de la guerra de NXT. Se encomendaron los shows a dos visiones distintas a lo que se venía haciendo actualmente (Heyman y Bischoff), aunque con éxito solo llegase a hacerlo Heyman. El sustituto de Bischoff poco después, Bruce Prichard, no parece haber encontrado ese botón que haga fluir la marca azul.
• Sobrecarga de programas en WWE.
La propia WWE sabe que ha tenido en los últimos años el monopolio del wrestling en Estados Unidos y eso le ha llevado a crear un exceso de contenido tanto en televisión como en RRSS (show semanales, Backstage, The Bump…) que quizá ha acabado por saturar al aficionado de la empresa, que busca una manera de hacer las cosas algo distinta a lo que viene estando acostumbrado. Evidentemente los contenidos de la Network no los cuento, puesto que si estás viendo un programa de WWE Network es porque realmente quieres verlo.
En este sentido creo que AEW trabaja de una forma más orgánica, con menos contenido, aunque también porque no tiene la cantidad de horas de producto que tiene WWE semanalmente. Además, los valores primigenios de AEW aquí también encajan bien. Lejos de tener a sus luchadores trabajando y produciendo continuamente material para surtir a las innumerables plataformas con las que trabaja, les dan más libertad para que puedan desarrollar su carrera en otros países (Lucha Bros en México, Jon Moxley en Japón…).
• Tirón mediático de ‘The Elite’.
Es más que evidente que en la escena indie del wrestling, donde existe mucho ‘hater’ de WWE, existía algo más que veneración por la figura de ‘The Elite’ tras su paso fulgurante por NJPW como cabezas del Bullet Club. Su éxito en YouTube con su programa “Being The Elite”, así como las reacciones cuando aparecían en otras compañías como Ring of Honor, dejaban claro que habían creado una fanbase que iban a seguirles allá donde fuesen.
Por supuesto existen otros muchos factores, pero para mí, estos han sido los más determinantes para que hayan conseguido imponerse. No sé si conseguirán explotar aún más la brecha que han conseguido crear, pero lo que es cierto es que al final esta guerra es una bendición para todos, desde los aficionados, hasta las propias empresas, que están viendo como cada vez más gente sigue sus shows en televisión (con AEW muy cerca de llegar al millón de espectadores).
¡Larga vida a las Wednesday Night Wars y a NXT y AEW!