Suele pensarse que el maletín de Money In The Bank te resuelve una carrera en WWE o que, por el contrario, es una carga si no estás preparado. La idea de Chris Jericho aporta una inexorable ocasión de usar su elemento sorpresa como cliffhanger en su regreso a la normalidad
El Money In The Bank Ladder Match: ocho luchadores y una oportunidad titular ejecutable de libre elección del ganador. Donde se forjan a las estrellas del futuro. O se reafirman. O directamente se entierran. Depende de en qué época te coloques, el maletín ha representado una función bien distinta. No obstante, aporta al espectador un cliffhanger digno de las mejores series de televisión o de las sagas más taquilleras. ¿Cuándo canjeará? ¿Será hoy? En el momento en que uno de los campeones mundiales esté dañado y vulnerable surge el pop.
Suena su música. El estadio se cae y aparece el Mr o Mrs Money In The Bank decidido a ser el próximo ostentador del título. Comienza un combate breve en el que a cada segundo que pasa las opciones del oportunista de turno van reduciéndose. Pero en cuanto se arma el espacio, la colocación idónea, se ejecuta el finisher y la cuenta llega a tres. Tres palmadas que vuelven a hacer estallar al público presente con vítores o abucheos.
De ahí el pensamiento de que el maletín te resuelve una carrera en WWE. Es el ascensor directo hacia el main event si tienes las habilidades idóneas. Estar en el combate te postula como un elemento clave del organigrama de la compañía, al igual que sucede en Survivor Series o ser uno de los cuatro finalistas en el Royal Rumble. ¿Hay mucho runrún en las semanas previas acerca de si serás el elegido o la elegida? Aunque no lo consigas, tendrás tu deseada oportunidad en un futuro. Y si lo logras, el cielo se abre ante ti, siempre y cuando seas capaz de calmar tu sed de oro. Puedes haber pasado sin pena ni gloria desde tu llegada a Raw o SmackDown, pero una vez que tus manos sostienen el maletín… ‘se vienen cositas’. Por supuesto, después es cuestión de mantener un buen reinado.
O, por el contrario, el maletín es una carga. Que se lo digan a Baron Corbin o Damien Sandow. Puedes ser el luchador más interesante para el aficionado, que si tras dártelo no te ven preparado… el final no es agradable. Porque la clave de ser un buen Mr o Mrs Money In The Bank reside en ser un buen depredador y a algunos les ciega el hambre. Perder tu combate tras canjear el maletín te condena a bajar al fango y volver a ganarte la oportunidad en un futuro. Se sale, pero no estás en la misma situación que el compañero del que dudan desde el principio. No siempre será culpa tuya, a veces será cuestión de haber desaprovechado la mejor ocasión para el canjeo, cuando tenías la mayor conexión con el público o estabas en tu mejor forma física.
En cuanto al aficionado, hay que prepararse para sufrir, ya que el Money In The Bank Ladder Match es un frenesí de emociones. Su condición salvadora, grandilocuente y satisfactoria puede llevar al límite a más de uno, y las desilusiones son difíciles de superar. Un consejo: el combate hay que verlo masturbado, desfogado, como Royal Rumble. La garantía de campeonar es alta, aunque primero deberá superar los escoyos y elegir el momento perfecto. De ahí que si por ejemplo Cesaro se lleva el maletín (aunque no en esta edición), lo conveniente sería rebajar las expectativas por no llevarse el chasco después. Porque en la historia reciente ya son cuatro los que han fallado su canjeo, aunque en el caso de las mujeres ninguna. Si lo gana Liv Morgan traslada tu alegría a esta celebración, por lo que pueda pasar.
De cliffhangers saben Seth Rollins y Dolph Ziggler, dos de los mejores ejemplos de la historia reciente. El primero encontró la ocasión en un main event de WrestleMania con dos titanes en liza, brindando el mejor resultado para un enfrentamiento que parecía tener un claro ganador. La sorpresa fue el plan B de un arquitecto que supo darle al espectador el placer que no se imaginaba en el magno evento tras su derrota previa ante Randy Orton. Curb Stomp al rey impuesto y cuenta de tres. A partir de ahí, un primer reinado digno hasta que llegó la lesión y tuvo que dejar vacante el Campeonato Mundial de Peso Pesado de WWE. Volvió a ganarlo en un futuro, pero solo le duraría una noche en el mismo PPV que le convirtió en la mayor amenaza a la rebeldía del vestuario contra The Authority.
Lo de Dolph Ziggler, en cambio, fue una historia completamente opuesta. Igual que Rollins tuvo sus intentos e intervenciones, pero se alargó lo suficiente en el tiempo para llegar a otra fecha clave: el RAW post WrestleMania. El camino a la gloria estuvo plagado de piedras, de caídas y de replantear la estrategia. No fue hasta que se asoció con Big E Langston y AJ Lee que sus oportunidades comenzaron a tomar consistencia. La noche dorada llegó con un maltrecho Alberto Del Rio tras un Handicap Match con Zeb Colter y Jack Swagger. Tras los tiras y aflojas propios del momento, el campeón armó el Cross Armbreaker y el aspirante respondió torciendo el tobillo de su pierna destrozada. Con toda la energía gastada en el último intento por retener el título, con una rodilla lesionada y con dificultades para levantarse, cometió el error de dar la espalda al Show Off. Zigzag, uno, dos, tres, el canjeo de ese maletín abollado se cumplió. Sin Rey Mysterio, Sheamus, Big Show, Chris Jericho, Randy Orton y John Cena para pararle los pies, las puertas al cielo se abrían por segunda vez para el nuevo Campeón Mundial de Peso Pesado.
Y hablando de Y2J, hay que darle las gracias por semejante idea. Una competición única para los luchadores de RAW –que más tarde se abriría a SmackDown–, una estipulación mundana (y siempre espectacular) pero con el giro suficiente para aportar emoción: se celebrará cuando el contendiente lo desee. Un aliciente que, con la historia y construcción correctos, puede atraer a un público no tan habituado al producto ofrecido dentro del cuadrilátero.
Todo se resume al long term booking, esa palabra tan deseada de los fans del wrestling que siempre flaquea en WWE. El maletín del Money In The Bank proporciona un hilo del que tirar durante meses, una forma excepcional de mantener en vilo al espectador para saber si aquel luchador en ascenso o esa gladiadora oportunista aprovechará su contrato para vestir el oro en el tiempo marcado. 365 días dan para mucho, 52 semanas para idear la estrategia perfecta y evitar los posibles escollos de cara a cumplir el mayor objetivo. Pero antes de ello hay que tomar los nueve o diez pasos, como si fuera un libro de autoayuda, que te colocan a un palmo del maletín. Y no es hasta ese momento cuando, con los grandes focos de la arena cegándote y la duda de si el resto de los competidores intervendrán, compruebas si estás preparado para ser catapultado al estrellato.
Ocho hombres, ocho mujeres y dos combates con un maletín para cada uno. La fórmula a priori más sencilla para probar las mieles del éxito, de convertir lo que era mera palabrería en hechos y demostrar que mereces formar parte del Olimpo de la empresa. Además, con el público de vuelta en el estadio con ganas de celebrar. Si la WWE da pasos cortos y asegura el pie en dos apuestas que ilusionen al seguidor podrán comenzar la nueva etapa con el regreso de la normalidad con un comodín al que acudir cuando se requiera. Solo si toman las decisiones correctas. Que Money In The Bank sea una fiesta.
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