3 de septiembre de 2022. 30 años después, WWE vuelve a Reino Unido para su primer evento importante desde SummerSlam –sin contar los PPV menores Insurrextion y Rebellion de 2002-2003 o los NXT UK: TakeOver–, Clash at the Castle. Una fecha marcada en el calendario de los aficionados europeos y no tan europeos que aprovecharán este especial para acercarse al Principality Stadium de Cardiff y vivir una noche de ensueño. Por una ocasión el deseo se cumple y no habrá que trasnochar para disfrutar del PLE, que al ser un sábado da más opciones aun para comprar una entrada y vivirlo en la capital de Gales. Un ‘petite’ WrestleMania lejos de Estados Unidos que contará con uno de los mejores grupos de aficionados y los más vocales –que se lo digan a Zack Gibson–a la hora de animar para guardar en el recuerdo una noche que sin duda promete ser histórica.
La guinda, si los pronósticos no fallan, sería la coronación de Drew McIntyre ante el que sería el Campeón Universal Indiscutido de WWE hasta la fecha Roman Reigns. El excampeón escocés ha estado muy interesado en que la empresa celebrara un Premium Live Event en su estado natal, aunque su posición en la cartelera se ha mermado desde que perdió el Campeonato de WWE en noviembre de 2020. Se ha visto las caras con Bobby Lashley para recuperar sin éxito el título, para después pasar a feudos menores con Jinder Mahal o Happy Corbin y Madcap Moss más recientemente. Sin embargo, ha estado incluido en cada combate multitudinario por el cinturón, por lo que no se ha quedado muy lejos de la órbita. Estas últimas semanas ha reavivado su búsqueda del oro con un feudo con The Bloodline, por lo que a falta de menos de tres meses su rivalidad ha empezado a coger forma.
La posición de Roman Reigns como el señor supremo de WWE, portando ambos campeonatos de la compañía, distancia la carrera por el codiciado elemento hasta donde algunos no llegan, requiriendo de historias que construyan al luchador como una verdadera amenaza para su reinado, algo que hasta ahora no ha pasado. Paradójicamente, es lo mismo que sucedía cuando Brock Lesnar era campeón, solo que esta vez con ambos cinturones secuestrados. En otras palabras, desde WrestleMania 38 sin celebrar un reto para destronarle, y sumando. Este techo de cristal impide al actual Drew McIntyre llegar al nivel del ‘Tribal Chief’, pero en estos noventa días debería tener una elevación continua para supuestamente llegar a Cardiff a alzarse con la victoria.
Entre medias tocará dilucidar qué hacer con los planes para Cody Rhodes, ya que Hell In A Cell parecía un buen momento para terminar con Seth ‘Freakin’ Rollins con contundencia en la trilogía y aspirar a cotas más altas como, por ejemplo, poseedor de una de las preseas absolutas. Así ha sido, tirando de pundonor en una prueba fehaciente de que este deporte está lleno de sacrificio. La profesionalidad, más visible que nunca en su pectoral derecho, le va a llevar nueve meses de recuperación, por lo que su principal objetivo tras abandonar AEW tendrá que esperar. ¿Significará eso que Drew McIntyre se alzará con ambos campeonatos en Clash at the Castle?
Septiembre, clave para NXT UK
Por otra parte, Nathan Frazer ha seguido el camino abierto por A-Kid y ha aterrizado en NXT 2.0 causando una total sensación. Con ello parece que WWE quiere crear ciertos rostros conocidos para el público estadounidense de cara a un movimiento en Cardiff –¿un posible PLE de NXT 2.0 para el viernes?– y promocionar su futuro evento especial en Gales. El joven lo está haciendo estupendamente, y no sería de extrañar que recale en la órbita titular del Norteamericano o el ostentado por Bron Breakker.
Le siguieron Pretty Deadly y se espera que acabe recalando Jordan Devlin, expulsado por Ilja Dragunov tras salir derrotado en la contienda titular. Lo que parecían cortas excursiones se han convertido en estadías, fichajes directos que han provocado una mayor merma a un NXT UK encerrado en los estudios de BT Sport sin planes futuros. Las tornas han cambiado, y la marca británica ha pasado a ser un lugar de visita para talento estadounidense como Ivy Nile, Damon Kemp, Lash Legend o Von Wagner. Con un público que roza la centena, bajo grabaciones en un mismo espacio y con cada vez menos luchadores propios, la situación es preocupante.
El día llegará, igual que esos fatídicos despidos, y nos llevaremos las manos a la cabeza por tal despropósito. Un programa nacido al abrigo de la escena inglesa, llevándose parte de la cosecha y sin apenas devolver un grano, que ha dado muchos de los grandes combates de estos últimos cinco años. No obstante, el plan actual con la cantera –NXT UK nunca lo ha sido, pero vive en parte como tal– no casa con el intento constante de eclipsar a los hermanos mayores, Raw y SmackDown, por lo que puede que estemos en sus últimos estertores.
Como todo en esta vida, el tiempo dictará. Lo que es seguro es la vuelta del rey Arturo luchalibresco a su tierra natal, a que el gran William Wallace del cuadrilátero blanda de nuevo su colosal mandoble, dará fin al reinado del terror del tirano monarca Roman Reigns. Capitalizar el movimiento y redirigir a los espectadores al producto ‘made in UK’ debería ser obligatorio para revitalizar una marca que en Reino Unido podría unir más de lo que desune. ¿Llegará viva a 2023, con una mayor atención o tañerán las campanas a muerto?
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