WWE no para de regalar oportunidades a AEW para triunfar.
Dicen, aunque no sé si es cierto, que los tiburones blancos pueden oler la sangre desde una gran distancia. Cuando eso pasa, supongo que sus sentidos se activan y entran en modo cazador, buscando a su presa hasta encontrarla y capturarla. Lejos de ponerme a investigar sobre este tema, he preferido invertir estas líneas en traer al wrestling este hecho en forma de metáfora. Para ponernos en contexto, supongamos que WWE es un surfista que se cae de su tabla en mitad del mar y que AEW es un tiburón hambriento, al acecho de su próxima presa.
Evidentemente muchos pensarán que a estas alturas, AEW no está aún en posición de competir con WWE en casi ningún aspecto. Es lícito, y aunque yo no estoy de acuerdo, no me parece descabellado pensarlo. Salvo que te fijes en las últimas actuaciones de WWE.
Son grandes decisiones empresariales, no me cabe duda, pero definitivamente no son buenas decisiones para el producto. El público está visiblemente molesto y creo que la mejor solución no es ir regalando terreno a tu competencia directa.
Esto se vio claramente en WWE Super ShowDown 2020. No voy a comentar el evento aquí, porque para eso ya estuvieron mis compañeros realizando su seguimiento en directo, pero ya mencioné en mi anterior artículo que WWE no estaba dándole apenas importancia al evento en Arabia Saudí. Acerté en gran parte, porque el show que llevaron a Riad me pareció un absoluto esperpento, pero me equivoqué, obviamente, cuando dije que no se preveía ningún gran cambio más allá de los títulos en parejas, porque Bill Goldberg, leyenda semi-retirada de la compañía, derrotó a “The Fiend”, el producto de casi un año de trabajo en la construcción del personaje de Bray Wyatt.
Esto hasta el mismo día del evento era prácticamente impensable, aunque poco antes de iniciar el show, ya era un rumor generalizado que muchos aficionados daban por hecho. Ocurrió. Y ocurrió de la peor forma posible pero, como digo, tampoco quiero entrar a valorar lo que fue el evento en profundidad.
En resumidas cuentas, lo que ocurrió en este show especial en Arabia pudo ser la caída del surfista y su consecuente herida; mientras que AEW Revolution, puede ser el ataque del tiburón.
No olvidemos que, tras WWE Super ShowDown, muchos de sus aficionados en todo el mundo pusieron el grito en el cielo en redes sociales, confirmando que iban a cancelar su suscripción a WWE Network por su descontento con el evento y con las decisiones creativas que se habían tomado a su alrededor. Es evidente que las aguas se calmarán y gran parte de esa masa crítica continuará siendo fiel seguidora de WWE, pero por supuesto estarán los que sigan pensando negativamente y, quizá este fin de semana, puedan descubrir otra forma de ver el wrestling, ya que probablemente no le habían prestado atención.
Con un evento de AEW tan cercano y con la cartelera de altos vuelos que la empresa de Tony Khan ha confeccionado, Revolution puede ser el punto de inflexión que termine por aupar definitivamente a All Elite Wrestling para mirar un poco más de cerca a la compañía de McMahon.
Lógicamente esto no va a suponer una migración de 2 millones de espectadores hacia AEW, pero sí puede ser un pellizco importante que acabe repercutiendo aunque sea mínimamente a WWE.
Para lograr esto, es importante que AEW plante batalla con un PPV de mucho nivel, con grandes combates y también con sorpresas que acerquen al espectador casual.
Para terminar el texto, quería dejar claro que esto no es un ataque a WWE, que no se me mal interprete, si no todo lo contrario. Es una radiografía de la realidad actual de la compañía, que ojalá modifique el rumbo en lo que a decisiones creativas se refiere, porque sigue aglutinando a la mayor cantidad y calidad de talento dentro del mundo de la lucha libre y de sus éxitos dependerá que este deporte espectáculo que tanto nos apasiona siga teniendo repercusión.
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