Life is a Highway (en Nueva York)
Cuando aparece la oportunidad es necesario aprovecharla, no dudarlo e intentar hacer lo que el corazón indica. Precisamente por eso acabé yendo a Nueva York en el Wrestlemania Weekend. Seguí el consejo de una de mis canciones favoritas (de una de mis películas favoritas): “Life is a Highway, i wanna ride it all night long.”
No soy el mayor fan del wrestling del mundo, pero sí lo soy de Nueva York. La visite el año pasado y quería volver bajo el pretexto que fuese, es lo que tiene La Gran Manzana, que te enamora. En agosto de 2018, llegó la excusa adecuada, ROH iría al Madison Square Garden y eso implicaba que algún fan querría ir a ese evento tan importante. En ese momento Alejandro Giménez (el periodista y colaborador de SW) me pidió ayuda debido a que yo ya había estado en la ciudad.
Rápidamente ambos nos dimos cuenta de que el objetivo era el mismo, ambos queríamos ir, él por ROH, yo por ser un aficionado de los Knicks, y por un precio barato. Esta idea caló entre amigos y a nosotros se nos unieron en un primer momento Luis, Miguel (colaborador aquí en THW) y Adrián. El plan era simple, volar el miércoles a la ciudad, volver el domingo, era perderse Wrestlemania pero compensaba el poder llegar antes y disfrutar antes de la vorágine de shows.
Los meses pasaron, encontramos un maravilloso piso en Harlem, Víctor y Fede se unieron y poco a poco se llegó a los días previos. Nervios, tensión, preocupación por los vuelos (odio la seguridad de los aeropuertos con toda mi alma) pero sobre todo emoción, con entradas compradas para shows, partidos y todo tipo de planes para poder visitar la ciudad. Pero evidentemente todo tiene su complicación y en este caso no iba a ser menos.
Tras un primer vuelo placentero (incluida noche durmiendo en el aeropuerto), la llegada a Frankfurt se transformó en las 500 Millas de Frankfurt. Un fallo técnico obligaba a cambiar de avión en la escala, teniendo que recorrer el larguísimo aeropuerto alemán de punta a punta. Llegar agobiado a un avión nunca es recomendable, que te envíen a un aeropuerto fuera de Nueva York aún menos, pero había que llegar a Brooklyn antes de las 19:30.
Newark, la “bella” Nueva Jersey, turbulencias, no saber cómo ir a Manhattan y hora y media de espera para que te revisen el pasaporte, bienvenidos a Estados Unidos. Pero lo importante al final es llegar y ver de repente los enormes rascacielos de Manhattan, la estación de Grand Central por dentro e incluso el interior del metro que has visto mil veces en películas. Y corriendo a disfrutar del primer partido de la NBA en directo de mi vida, un divertido Nets vs Raptors.
Al día siguiente el grupo se disgregó, hubo gente asistiendo al Supershow de Wrestlecon, otros a los shows nocturnos de Jersey y otros aprovechamos para visitar la ciudad. Nueva York es extraña porque como todas las grandes ciudades tiene distintas personalidades… Que en el caso de Manhattan cambian en dos calles. Tribeca es elegante y cuidado, ChinaTown un trajín de personas y griterío y Little Italy como entrar en un mundo distinto y más antiguo.
Subir por la quinta avenida y ver su zona más rica, con tiendas y la Trump Tower. Pasear al lado de Central Park por uno de los barrios residenciales más caros de todo el mundo… Y de repente llegar a Harlem. Las calles cambian, la sensación es distinta, pero también hay una sensación mucho más grande de estar en casa, de un barrio similar a los que encontramos y vivimos por Madrid.
Y el viernes después de Central Park, empezó el wrestling para mí, NXT Takeover: New York era el mejor inicio posible para reencontrarme con mi pasión por la lucha libre profesional. Pero antes, por esas casualidades que tiene la vida, nos encontramos con la estrella de NJPW, Bad Luck Fale, en mitad de Times Square, paseando como cualquier turista más.
Llegar pronto al estadio, ver a los fans ilusionados y subir hasta la última fila del Barclays Center (literalmente) para ver el espectáculo. Se podía esperar menos pero ya el opener nos levantó de los asientos con una gran despedida para Ricochet y Black. Pero el combate que a mí me enamoro fue el siguiente, Velveteen Dream vs Matt Riddle. Nunca un luchador más simple provoca más emoción a los aficionados. Dream es el wrestling de los 90 con la mentalidad actual, el mismo estilo poco ortodoxo de Goldust y un personaje “dudoso” que hace que la gente disfrute cada vez que sale. Riddle por otro lado en persona impresiona mucho más y está más over de lo que se puede creer, la gente verdaderamente le adora.
WALTER enseñando en Estados Unidos lo que vale fue un placer indescriptible y el combate femenino fue divertido a pesar del resultado. Pero en el ME pude ver lo que es más de 15.000 personas conectar con un combate como si les fuese la vida en ello. Gritos, cánticos, intervenciones de Undisputed Era y Johnny Wrestling convirtiéndose en Johnny Champion. El viaje de vuelta en el metro sirvió para conocer a Marc, otro fan español, y para ver que la gente todavía seguía emocionada por lo que acababa de ver, la demostración de que NXT había colmado las expectativas.
La WrestleCon por otro lado fue un conjunto tremendo de emociones y todas ellas positivas. Caminar rodeado de antiguos wrestlers y leyendas es una sensación increíble, es conocer a muchas de las personas que han estado en tu infancia a tantos kilómetros en persona. Dan Severn, Mick Foley, Tenille Dashwood, Rosemary y Allie fueron mis elecciones, pero amigos se sacaron fotos con Cabana, Kelly Kelly, Johnny Impact etc. Posiblemente como fan es la mejor vivencia que se puede tener.
Por la tarde, el G1 Supercard fue un desastre para mí, un show extraño salpicado por demasiadas decisiones extrañas. La primera, abrir el MSG con solo hora y media antes de empezar el preshow, las colas para entrar eran gigantescas, la segunda fue olvidarme mi entrada, por suerte con el móvil conseguí acceder, no antes de sufrir un severo ataque de estrés. No era el mejor inicio, pero estaba dentro de la Mecca, del estadio más importante de todo el mundo.
Y el Madison Square Garden impone, mucho. Da la sensación de estar en otro planeta y en otro mundo. Creo que eso fue precisamente lo que le paso a ROH, Beautiful People, lo que sea que pasó entre Enzo y Big Cass… Logró sacar a la mayoría de aficionados para el combate de Sabre y Tanahashi y posiblemente para el resto del show. Sé que otras personas tuvieron una gran velada, la realidad es que en mi sector se apagó, y lo digo pensando en la chica dormida delante de mí durante el ME. Pd. Gran combate, pero la gente estaba muy quemada.
La vuelta a Harlem no ayudó, con un retraso en el metro que provocó que mi sensación del G1 Supercard fuese aún peor de lo que había sido. Pero ya estaba, había cumplido con todo el sueño de una vida, estar dentro del MSG y poder contar la experiencia. El día siguiente fue de vuelta a aeropuertos, de dormir en un avión transoceánico y de saber que es lunes, estás en Europa y tiene que volver a tu rutina.
Han pasado 15 días desde que he llegado de vuelta a Madrid y la verdad es que todavía tengo algo de nostalgia del viaje. Por 600 euros conseguí cumplir el sueño de una vida, logré emocionarme con el wrestling otra vez y posiblemente vi a los mejores luchadores del momento. Ir a un WM Weekend no es tan caro como puede parecer en un primer momento y lo que se queda al final es la experiencia, el ir con gente y el aprovechar tu tiempo, tratando de no agobiarte.
Posiblemente no vuelva a Nueva York ni a un Wrestlemania. Incluso es muy probable que sea el único viaje que haga fuera de España en mucho tiempo. Pero la vida es de verdad una autopista y a veces te da esta clase de alegrías. Sigamos soñando y que el wrestling siempre nos acompañe.