Las divisiones femeninas de Raw y SmackDown tienen mucho que aprender de la de NXT.
No es un secreto que la división femenina del roster principal de WWE ha pasado en menos de dos años de la ‘Women’s Evolution’ a perder el rumbo, salvada únicamente por unas pocas rivalidades e historias que han tenido la suerte de funcionar.
Aunque sí tuvimos la gran explosión de Becky Lynch hace dos años, que acabó en el primer main event de mujeres en WrestleMania, la verdad es que parece que Raw y SmackDown pierden el rumbo del futuro de sus luchadoras en cuanto les falta una de sus Horse Women. Esto quedó más que claro en cuanto Becky anunció su embarazo y Charlotte dejó de aparecer. La rivalidad de Bayley y Sasha, las otras dos restantes, tuvo que llevar todo el peso y atención de la división.
Mientras tanto, en NXT las cosas eran diferentes. Siempre lo han sido, si se me permite esta opinión tan personal y para nada objetiva, pero no se puede negar que actualmente la división de mujeres de la marca negra y dorada es una de las más fuertes, si no la más, en todo el panorama occidental.
Pero entonces, ¿cómo se explica esta situación? Si NXT se considera una marca en la que los luchadores y luchadoras se forman y mejoran hasta que están a punto para “subir” (perdonadme las comillas, pero discrepo completamente con ese concepto) al roster principal, ¿cómo puede ser que luchadoras que han sido movidas a Raw y SmackDown hayan pasado a ser completamente transparentes y hayan perdido todo lo que las hacía interesantes en NXT?
Si algo tengo claro es que no se trata de las luchadoras, sino de qué se hace con ellas: qué oportunidades se les da, qué historias se piensan para ellas y qué se hace o se deja de hacer con sus personajes y personalidades.
Las historias no giran únicamente alrededor de los campeonatos
En comparación con la división masculina, la femenina solo cuenta con un título principal en cada marca y un título por parejas que comparten y que se ha convertido casi en un juguete sin ningún rumbo ni importancia. A pesar de ello, parece ser que en Raw y SmackDown no saben crear historias fuera de los campeonatos (y a veces ni siquiera dentro de ellos). Para todo hay excepciones, por supuesto, como la rivalidad maravillosa entre Mandy Rose y Sonya Deville que, en mi opinión, las alzó en muchos sentidos, aunque al final acabase repentinamente por asuntos ajenos.
Sin embargo, y repito, esto no son más que excepciones. Ninguna de las historias o rivalidades fuera de los campeonatos se ha mantenido, al menos con mucho sentido, ni ha servido para ayudar a las luchadoras que se han visto involucradas.
En NXT, sin embargo, al tener solo un campeonato, saben cómo darle importancia. Cuando hay un cambio de título siempre importa y el camino para llegar hasta él casi siempre tiene sentido. Pero también es verdad que la mayoría de historias y rivalidades actuales (y del último año) dentro de la división femenina de NXT no han tenido nada que ver con el campeonato. Luchadoras como Candice LeRae, Tegan Nox, Dakota Kai o incluso una de las incorporaciones más recientes, Shotzi Blackheart, han tenido oportunidades al título, pero no han sido para nada su propósito, historia o rivalidad principal.
Se tiene en cuenta a las luchadoras a la hora de crear o evolucionar sus personajes
Uno de los aspectos que más disfruto de NXT es lo orgánico que es todo, sobre todo los luchadores y luchadoras y sus personajes o personalidades. Es cierto que muchos los traen ya de sus andadas por la escena independiente, y se ve claramente que en el Performance Center se les respeta ese trabajo previo y se intenta pulir y mejorar hasta que acaban siendo las mejores versiones de sí mismos.
Es por esa razón, tal vez, por lo que choca tanto cuando al llegar a Raw o SmackDown todo ese trabajo hecho en NXT desaparece. Se borra. No se tiene en cuenta, como si todo ese recorrido no importase nada. Entonces, ¿por qué seguimos hablando de la NXT como “marca de desarrollo” si cuando se llega a lo más alto, al producto perfecto para cada luchador o luchadora, se elimina todo y se le impone uno nuevo para nada orgánico?
Esta situación, en mi opinión, se vive sobre todo con las luchadoras. Mia Yim, por ejemplo, que consiguió un contrato con la empresa tras esos emocionantes cánticos de “Please, sign Mia” (por favor, contratad a Mia) por parte del público en el Mae Young Classic y que al final nos dejaron frente a un claro ejemplo de qué ocurre cuando se respeta la esencia de alguien y se la ayuda a brillar.
¿Qué ha ocurrido con Mia Yim? Que desapareció de NXT. Sin más. De pronto la vimos con una máscara formando parte de Retribution sin explicar cómo ha llegado ahí o qué ha pasado con la Mia de NXT. Y lo que ha pasado con ella es sencillo: en Raw, Mia Yim ya no existe.
Y esto me lleva al tema que más me molesta: parece que en el roster principal les moleste la originalidad en las luchadoras. La mayoría de ellas acaban siendo una copia de las demás, y no me voy a meter con el tema físico y los cambios que les imponen porque eso daría para otro artículo. Shayna Baszler, por ejemplo, ha quedado relegada a un tag team sin sentido (aunque reconozco que disfruto de la parte cómica del asunto), un papel muy lejano al que tenía en NXT.
¿Acaso no de dan cuenta en Raw y SmackDown de que cuando más brillan es cuando se les tiene en cuenta? Cuando se les escucha, se les da importancia a sus opiniones e ideas, cuando no se tira por la borda todo el trabajo que han hecho anteriormente para acabar imponiéndoles una idea que no va para nada con ellas (hola, Liv Morgan metida en una bañera, me refiero a ti).
La división no gira en torno a demostrar que las luchadoras pueden ser iguales o mejores a los hombres
Cuando repites mucho una idea acaba por perder su sentido. No sirve de nada que repitas durante años que estamos viviendo la “Women’s Evolution” cuando acabas por no darles nada de importancia. De nada sirve, tampoco, que le pongan la etiqueta de “first ever” (main event femenino, show únicamente de mujeres, etc.) si también va a ser el último. De nada sirve, al fin y al cabo, que digas algo si no es lo que estás haciendo en realidad.
En NXT no se les llena la boca presumiendo de lo fuertes y alejadas de las divas que son sus luchadoras: lo demuestran y ya está. ¿Quieres hacer que tu división de mujeres sea fuerte? Hazlo. Déjales hacerlo, más bien; dales tiempo, dales importancia, oportunidades. Tener un main event en WrestleMania con tres mujeres no sirve de nada si no haces nada más para que haya otro y no sea algo extraño. Las cosas se normalizan normalizándolas, no diciendo que son únicas. No queremos que sean ocasiones especiales, queremos que sea algo habitual, igual que lo es en NXT.
En definitiva, si quieres que alguien brille, déjale brillar
No quiero poner el punto y final a este artículo sin dejar claro que soy consciente de que NXT no lo hace todo bien y que Raw y SmackDown no lo hacen todo mal con sus divisiones femeninas. No soy ingenua y no es mi intención dar a entender esa idea. Por ejemplo, el cambio en Alexa Bliss y su introducción en la historia de Bray Wyatt y The Fiend me ha parecido magistral, al igual que agradezco que ahora nos hayan llevado hasta esta rivalidad con Nikki Cross y que no se haya convertido simplemente en otro personaje decorativo en la Firefly Fun House.
Sin embargo, sí creo que quien sea que lleva los hilos de la división femenina en el roster principal tiene que aprender mucho de NXT y lo bien que lo está haciendo. Tampoco hay que olvidar que seguramente el público de los shows es diferentes y por lo tanto los productos tienen que ser diferentes, pero también hay que reconocer que la consistencia de la marca negra y dorada en este aspecto es mucho más sólida.
Solo espero que poco a poco podamos ver cómo en Raw y SmackDown escuchan y piensan un poco más en sus luchadoras, porque en los últimos meses ha sido muy triste ver cómo se desdibujaban hasta perderse y no tener ningún tipo de dirección o sentido, a excepción de unos cuantos casos.
Escuchadlas, aplaudidlas, dejadlas brillar, dadles importancia… Y veréis lo que ocurre.
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