¿Tratamos al wrestling como arte?
La lucha libre como medio tiene eso que hace especial a otros medios y es la diferencia de opiniones y perspectivas en cuanto al entendimiento de esta. Soy una persona que busca aprender constantemente acerca de la lucha libre no solo desde un punto de vista histórico sino desde un punto de vista social, o sea, como percute el pro-wrestling en la mentalidad de las personas que lo consumen, y en qué ojos ven a la industria. Considero algo primordial el estar expuesta a múltiples tipos de lucha libre y múltiples tipos de fanáticos porque de cada uno aprendo algo nuevo, o entiendo cómo es que ven lo que consumen, y si tienen algo que yo no.
No me gusta decir que soy conocedora ya que ese es un término muy amplio que para algo como el pro-wrestling no sirve, porque al ser una industria de múltiples puntos de vista no puedo afirmar que conozco a la lucha libre más que otras personas, pero si he decidido expandir mis horizontes y ver que se esconde detrás de la luz. Cada vez que un amigo o conocido me habla de una empresa de lucha libre nueva (o vieja incluso) mis ojos se ponen brillosos y decido investigar aunque sea un poco de qué es lo que me estaba perdiendo. Investigó, encuentro luchas y me vuelvo fanática de este nuevo producto, sólo y exclusivamente para que en el momento de compartir mis opiniones con otras personas, estas simplemente le quiten importancia y mérito porque no venden igual que la empresa más grande.
Esto es una constante que no solamente me ha pasado a mi si no que he visto suceder una y otra vez en círculos de fanáticos. Personas que inevitablemente se ven reducidas a un chiste o a un simple estereotipo solo y exclusivamente porque su perspectiva de la lucha libre como arte es distinta, y es aquí donde yo me pregunto algo que ha estado en mi cabeza desde hace tiempo ya, y que no quería expresar porque sabia que iba a ser malentendido o que iba a ser controversial. Después de todo, el pro-wrestling es un nicho donde existe gente que no admite ser seguidora de un nicho, y que milita ciertas empresas y a ciertos promotores fielmente chapeando números de ratings que ni siquiera llegan a los talones de las épocas doradas, culminando en que la industria de la lucha libre es una que se mantiene solo y exclusivamente por los fanáticos que la siguen viendo como un conjunto, y no porque SmackDown metió 3 millones de espectadores siendo que antes metía 15. Pero de ratings hablaremos otro día.
Aquí la pregunta que yo me hago habiendo expuesto estos casos es bastante sencilla: ¿acaso tratamos al wrestling como arte?
Si has estado conviviendo en los espacios de discusión de lucha libre de los últimos 5 años has visto la frase “El wrestling es arte”, y estoy más que segura que en algún momento de tu vida la dijiste. Afirmar que algo es arte es un desafío enorme, porque si ya de por sí la perspectiva de que es arte y que no es extremadamente subjetiva, el hecho de catalogarlo como arte implica dos cosas: Un entendimiento más profundo de la materia en cuestión, y alejarse completa y llanamente del juicio de valor basado en lo que vende. Todos los medios a los cuales se les puede llamar arte pasan por estas dos cosas, y los fanáticos de estos medios (como el cine) han sabido entender estos dos ítems y han cambiado su perspectiva acerca de lo que consumen.
Para el que en su momento fue el nicho de los videojuegos, la idea de que sean arte género una perspectiva distinta a lo que era el gaming, logrando que de una manera u otra los videojuegos sean vistos como algo más que entretenimiento, y en casos sea algo socialmente aceptado. La pregunta de si son arte o no se sigue discutiendo hasta el día de hoy, pero en múltiples casos muchas personas lo han defendido con obras como Red Dead Redemption 2, Metal Gear Solid 3 y Grand Theft Auto IV, juegos que de cierta manera cambiaron la manera de entender a los videojuegos para muchas personas, siendo experiencias inolvidables que merecen el prestigio que se les da.
El problema con esto es que la crítica en cuanto a si los videojuegos son arte o no se minimiza, porque a lo que se le da prioridad es que, como dije, sean socialmente aceptados.
El medio como tal persigue lo cinemático y lo que mejor se ve para poder compararse con otras industrias que ya son la norma, como la cantidad absurda de videojuegos que se ven muy bien pero se juegan muy mal y que solamente sirven para que les hagan un Live Action y nadie realmente se interese en el producto de origen. Así, juegos que priorizan mejores gráficos por encima de una historia coherente se vuelven la norma en una industria que si, ha llegado al mainstream, pero no ha sabido atrapar al usuario en experiencias nuevas, dependiendo exclusivamente de la táctica del remake o remaster, y enfocándose en exprimir leche de vacas que están secas y obsoletas. ¿Y en qué culmina todo esto? Que la gente la cual se burla de los videojuegos se siga burlando, y que más gente de dentro del rubro se enfoque en juegos que se ven «peor», pero que se juegan muy bien, consecuencia de que la industria de los videojuegos quiere ser algo que no es para que a los gamers no les pregunten porque siguen jugando jueguitos.
Veo un paralelismo enorme con la industria del pro-wrestling.
En los últimos años, los fanáticos de la lucha libre se han esmerado por hacerle entender a sus mismos contemporáneos que la lucha libre es más que entretenimiento, y aunque sí lo es, han caído en las mismas tácticas que los gamers en su momento. Comparar a la lucha libre con otros medios es un error colosal, porque al encasillar al pro-wrestling en algo realmente complejo como el cine nos encontramos con que realmente pocas, sino ninguna historia se puede asemejar a algo tan superlativo como “Cuando Acecha la Maldad” en dirección y narrativa. Hay muchas razones por las que comparar a la lucha libre con el cine es malo, pero no nos enfocaremos en eso por ahora, si no en algo importante que poca gente suele destacar.
El cine no se juzga en base a lo que gana, si no en lo que transmite. La lucha libre sí, y los fanáticos de la lucha libre minimizan opiniones distintas solo porque son de fanáticos de empresas “inferiores”. Por esa razón no podemos decir que la lucha libre es cine, porque todavía seguimos enfocados en lo que le haga ganar más a “empresa multimillonaria 1” por encima de lo que nos haga despertar más emociones. Este juicio de valor basado en lo que algo genera tampoco nos permite tratar a la lucha libre como arte, porque el arte tampoco se define por lo que genera, si no por lo que despierta en vos.
Como dije, es extremadamente subjetivo, y para prueba de eso están los museos de arte contemporáneos, que tienen cuadros y exhibiciones increíbles, pero también tienen botellas de Coca Cola vacías con luces que valen más que mi casa. Hay cierta dicotomía ahí, que aún si se presenta en el pro-wrestling, no se le da la misma importancia por lo que acabo de exponer. Al pro-wrestling no se lo trata como arte porque el arte siempre se hace responsable de las consecuencias de lo que replica y transmite, y al menos yo no he visto a empresas como WWE hacerse responsable del daño que le hicieron a la perspectiva del wrestling femenino, si no esconderlo y borrarlo de su historia con un lavado de cara.
No creo que podamos encasillar a la lucha libre como algo específico, porque cada medio es especial por sus características únicas. Una buena película no es lo mismo que un buen álbum, un buen álbum no es lo mismo que un buen videojuego, y un buen videojuego no es lo mismo que una buena lucha porque todos esos medios externos a otro. ¿Se puede explorar y experimentar al combinarlos? Sí, por supuesto, pero no se puede definir que un medio es otro porque así no funcionan las cosas. Para ser tratado como un arte, la lucha libre tiene que aprender a ser lucha libre, y tiene que soltar las concepciones de lo que es valioso e importante y lo que no para lograr llegar a su estado más puro.
La lucha libre tampoco puede ser tratada como arte porque al final del día la misma frase que tanto proliferan algunos individuos solo es una burda excusa para forzar que la gente entienda este medio tan especial y tan único. Decir que la lucha libre es arte no te abre las puertas a que tu hobby sea aceptado socialmente, si no a que tengas que defender lo que acabas de decir. Mientras más rápido nos demos cuenta que la lucha libre no es mainstream y que la percepción del wrestling para las personas normales es la misma de hace 25 años mejor va a ser para la misma industria y más opciones se van a explorar para mejorar.
A nadie le sirve que algo tan distinto como la lucha libre japonesa sea encasillado en una dimensión alterna donde todo lo que pasa no tiene valor porque ha expuesto una perspectiva de la lucha libre muchísimo mas enfocada en lo que pasa dentro del ring, que justamente amplifica la gama de opciones para contar historias con algo tan simple como una expresión facial. A nadie le sirve una perspectiva cerrada de que lo único que vale es lo que genera más y lo que está en Estados Unidos, porque de esa manera se demuestra que los mismos fanáticos de la lucha libre no se han sabido adaptar a los tiempos modernos donde la globalización del contenido audiovisual es la norma, y donde todo llega al alcance de nuestras manos sin importar de donde sea.
Si para nosotros la lucha libre realmente es un arte, ¿por qué no se le da la importancia a otras industrias de otros países? ¿Por qué solo está encerrada en 5 naciones que se llevan el mayor protagonismo? ¿Por qué es que seguimos batallando con gente que dice que lo que nos gusta es falso y buscamos maneras de compararlo con otros medios?
No es porque sea un arte incomprendido, si no porque los que no comprendemos a la lucha libre somos los mismos fanáticos. La lucha libre es lucha libre, y por eso es que es arte.
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