Parece un mal chiste: ahora que WWE despide luchadores cada tres meses, no le conceden la liberación a Mustafa Ali. Todo se debe a la gota que colma su paciencia, un personaje que «jamás habría hecho», probablemente un estereotipo que vaya en contra del mensaje que quiere hacer llegar. A raíz de ello y al no contar en los planes de la marca azul durante ya un mes, porque «tengo un mensaje mucho mayor que mis sueños en el wrestling profesional» que no puede hacer llegar «a pesar de mis mayores esfuerzos», decide que es momento de terminar con sus seis años de carrera en la empresa. Frustración, rabia, desilusión.
Un trabajador nato que mejoró en la división crucero y que terminó de construirse una identidad en el roster principal, pero siempre un paso por detrás de otros. En Elimination Chamber 2019 casi llegó su oportunidad de brillar a gran escala con Daniel Bryan (Bryan Danielson) como padrino. Su condición médica no era la optima para poder disputar el combate, por lo que fue sustituido por Kofi Kingston y… el resto es historia.
RETRIBUTION se desinfló a las pocas semanas de revelar a Mustafa Ali como su líder. Un grupo que tuvo más apoyo en las redes sociales que de parte de los creativos, añadiendo las capas necesarias para la cohesión del grupo. De los bocetos de WWE los fanáticos crearon cuadros hiperrealistas. De poco sirvió, pues nunca llegaron a inspirarse en estas ideas. De los seis iniciales se quedaron en tres, y en poco más de un año la facción se separó.
Después llegó Mansoor. ‘Frenemies’ de libro con cierto interés, que cuando se puso serio las fechas no eran las adecuadas: se acercaba Crown Jewel. Si Ali tenía a uno de los mejores luchadores en activo como su protector, el saudí estaba respaldado por la realeza del país. Una oferta difícil de igualar. El equipo se rompió, perdió en Riad y en el postcombate fue humillado por un atleta olímpico local. Hasta su petición de liberación, dos enfrentamientos más: contra su excompañero y ante Drew McIntyre, dos derrotas cercanas a los dos minutos.
Su último intento por volver a televisión fue con un personaje nuevo y diferente, aunque ya se mostró su propósito de tantear ese terreno cuando se enfrentó a Riddle por el Campeonato de Estados Unidos. Vestido con elegancia y en un set propio de un mitin, se presentaba como un candidato a la presidencia del país en un mensaje que visibilizaba a los inmigrantes y aquellos no blancos que no encajan. Una Nueva América que daba la vuelta a la desigualdad y ponía a los ‘normativos’ como ‘inadaptados’. Una realidad que los creativos no compartían. Tal vez porque la distopía era demasiado relevadora.
Ahora, ante la primera negativa de WWE de liberarle de su contrato, a Mustafa Ali solo le queda esperar. Como a Neville (PAC) y Luke Harper (Brodie Lee) antes que a él. Una espera peor que en la cola del catering, disfrutando de tiempo con su familia hasta que su contrato se termine pero sin poder ejercer en lo que más le gusta, limitado a pequeños vídeos cortos de entrenos donde enseña sus nuevas artes. Una víctima de un sistema que juega entre dos perfiles, que te trata como independent contractor o como trabajador de la empresa según les interese.
Un luchador que ha demostrado por activa y por pasiva lo talentoso que es, que como otros en su posición se han visto obligados a desarrollar su personaje a través de las redes sociales por no tener un hueco en la programación. Esa luz que brillaba fuerte en 2018 cuando iba a participar por primera en WrestleMania 34 se fue atenuando poco a poco por la falta de avance. A pesar de los despidos masivos, de la necesidad de reformar una midcard perdida y una escena titular golpeada, la confianza estaba en los mismos de siempre. Así es la vorágine de WWE.
Si Daniel Bryan en la ficción era un luchador notable aunque no sobresaliente, Mustafa Ali fuera del ring tuvo que lidiar con ser hijo de un emigrante pakistaní en los Estados Unidos post 11-S. Qué ironía en el país de los inmigrantes, donde el verdadero habitante ha sido desplazado a parcelas minúsculas de lo que antes era su territorio y masacrados hasta hace solo alrededor de 120 años.
Desconociendo cuál era ese personaje que ha provocado su resignación, WWE no ha sabido ver el potencial en la historia del luchador musulmán, en la capacidad de convertirlo en la verdadera voz de los sin voz. Un hombre de aspecto normal, lejos del prototipo de belleza y musculatura trabajada que vende, más cercano al pueblo que cualquier otro, con sus imperfecciones y sus virtudes. El altavoz traicionó al vocero, y se marchará de la compañía sin haber vestido el oro, incapaz de seguir transmitiendo su mensaje allí donde no se le respeta.
«Si quieres encontrar al estadounidense más auténtico, busca un inmigrante. No hay nadie más estadounidense que un inmigrante».
Mustafa Ali
#FreeAli
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