Si hay un claro ganador en el apartado de personaje en este surtido de nuevos personajes que han llegado a NXT 2.0 (con el permiso de Bron Breakker), ese es Joe Gacy, a priori quien más desarrollo y tiempo en pantalla ha tenido para poder mostrarlo al mundo. Su posible futura unión con Harland –nombre artístico de Parker Boudreaux, ‘El nuevo Brock Lesnar’– hace pensar que será el líder de una facción o una unión que bebe mucho de superestrellas que ya han pasado por la empresa. Hombres como CJ Parker (Juice Robinson) o Bryan Danielson (Daniel Bryan) han utilizado estratagemas similares para apelar al público, igual que Mustafa Ali o Sami Zayn como los casos más recientes.
Pero… ¿cuál es el propósito o el mensaje de este nuevo luchador?
Joe Gacy quiere bajo su ala a los snowflakes –ofendiditos en español, aquellas personas de gatillo fácil que se enfurecen y se escandalizan por un suceso o polémica que para otros puede ser nimio– y convertir el ring en un espacio seguro lejos de la cultura de la cancelación, la masculinidad tóxica, el privilegio masculino o las microagresiones.
Es la voz de las nuevas generaciones o de los millennials, quienes en teoría se enorgullecen de ser más inclusivos, con una mayor conciencia social y más justos con el prójimo. No obstante, aunque estén adaptados a los cambios surgidos en la sociedad a diferencia de sus padres, no todos congenian con este ideal que siempre ha estado colocado a la izquierda en el espectro político. Es decir, no todos los millennials comulgan con la misma ideología.
Gacy habla para la familia y busca crear la confrontación, donde los hijos lo apoyan y los padres lo odian, creando debate y perviviendo en la cabeza de cada integrante. Es un personaje único en su forma que, de momento, no ha cometido los mismo errores que Mustafa Ali, Sami Zayn o Daniel Bryan en su momento al alzar la voz señalando al disidente y usando su posición en un rol heel.
Este agente pacifista sí es heel –aunque cómo no lo iba a ser en una empresa de corte republicana–, pero lo es por ser desesperante para una generación que no comprende a sus hijos, inadaptada a las nuevas tecnologías y a los recientes cambios en cuanto a raza, género u orientación sexual.
Sobre todo de aquí a un tiempo, cuando se desenmascare como un falso icono del movimiento. Porque el excesivo uso de palabras clave recuerda a aquellos que en redes sociales, con tal de llevarse el gato al agua en una discusión o quedar por encima de alguien, acuñan expresiones que no se aplican. Los moralistas de turno que nunca se han aplicado las lecciones que imparten. Hombres y mujeres que crucifican a personas por errores o decisiones que tiempo atrás habrían sido una anécdota y que acaban soltando una ristra de descalificativos de los que solo uno o dos representan de verdad al señalado.
Social justice warriors que de cualquier tropiezo hacen una trinchera, que se empeñan en buscarle las tres patas a un gato por una equivocación puntual, olvidando que en algún momento de sus vidas han estado en la misma posición. Prueba de ello es Joe Gacy señalando la masculinidad tóxica o el privilegio de campeón de un Tommaso Ciampa que en ningún momento se ha mostrado así, magnificando un hecho irreal con tal de pintarle como el villano de turno.
En teoría es un woke, alguien que conoce de su posición e intenta bajar los escalones para ayudar al desigual en pro de la equidad. Pero dentro de este salvador de las masas se oculta alguien que todavía no se nos ha enseñado y que desencadena Harland, su primer creyente real.
Harland, el arma de Joe Gacy
En su tercera aparición con este nuevo personaje, Joe Gacy recibió la visita desde los aledaños de Harland. Una semana después, atacaba a Tommaso Ciampa y al propio Gacy tras el combate, con el exluchador de EVOLVE y CZW librándose de un perjuicio mayor con una caricia en el rostro del powerhouse. ¿Qué puede esperarse que sea este posible aliado? Un hombre solitario, con algún tipo de trastorno mental derivado de su infancia y una dificultad para socializar, sobre todo con el sexo opuesto. Un perfil parecido a alguien que cometería un tiroteo masivo si llegase a sufrir un detonante que le fuerce a ello.
En cambio, encuentra en Gacy alguien que le entiende, que le ayudará –o eso cree– a luchar contra las injusticias que han marcado su vida.
Pero este líder de un culto o secta utilizará a Harland para su propio beneficio, en un intento de ser el cambio que el planeta necesita, por mucho que afirmase que una sola persona no puede provocarlo. Una relación similar a la de los grupos neonazis, donde ‘ovejas descarriadas’ encuentran un hogar y una comunidad que les da respuestas a sus problemas, donde se implanta una ideología que encarcela a la persona y solo permite que avance, sin opción a recapacitar y recular en su implicación.
Una total relación de pleitesía hacia quien le salvó y le dio un rol en una causa que cree justa. Y algo así –por supuesto no tan extremo, aunque sí con ciertos detalles– tendrá este personaje de Joe Gacy una vez se una Harland.
Como ejemplos pueden valer los personajes interpretados por Edward Norton Derek Vinyard (‘American History X’) y Tyler Durden (‘El Club de la Lucha’) o el de Jamie Bell, Bryon Widner, en ‘Skin’.
Lo que sí que está a vista de todos es el triunfo de un luchador que, a sus 34 años, ha conseguido hacerse un hueco con un personaje interesante tanto para la audiencia como para los creativos y la directiva. Un acierto en una nueva crítica a la sociedad actual, donde muchos se pasan de rosca en el intento de hacer valer sus opiniones.
Este nuevo territorio de desarrollo todavía tiene muchos ases bajo la manga, muchas nuevas superestrellas a las que presentar, y donde muchos de los que ya son habituales en la renovada programación seguirán evolucionando. ¿Hacia dónde virará Joe Gacy? ¿Logrará superar a sus precedentes con este mensaje?¿Conseguirá convertir el ring de NXT 2.0 en un espacio seguro? Tal vez no consiga un campeonato, pero ha logrado que los aficionados esperen a ver su próximo segmento para que añada una pincelada más al gran lienzo que es este falso profeta o activista que no busca más que satisfacer sus propios intereses.
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