Coronavirus en el Performance Center: la historia interminable

Coronavirus en el Performance Center: la historia interminable

El problema de WWE con el coronavirus en el Performance Center no lo va a solucionar, dejará que se desvanezca junto a la pandemia. Aunque es imposible evitar rebrotes, sí se puede poner más empeño en quienes infringen las medidas

Corren ya 408 días desde que WWE, el 13 de marzo del año pasado, cancelase sus shows abiertos al público y se trasladase al Performance Center. El primer paso para legitimar la amenaza del coronavirus estaba dado, y no fue hasta el 11 de abril, dos semanas después de la doble noche de WrestleMania 36, cuando llegó el primer positivo a la empresa. Desde entonces ha habido muchos cambios, tanto en el aspecto productivo como en la seguridad, pero hay un problema que no se logra solventar por muchas medidas que se impongan: los brotes en el Performance Center.

Es difícil poner barreras a un virus invisible, que te obliga a pensar de forma individualista para favorecer al colectivo y donde la mejor solución es el aislamiento, porque puedes tomar todas las medidas posibles que estén en tu mano, pero si mantienes contacto con alguien que no las respeta, te afecta aunque no hayas contraído la enfermedad. Y en el wrestling, como en otros ámbitos en los que tu presencia es esencial, que quedarte en casa por un posible contagio o por tener síntomas significa no trabajar. Cuando depende de tu propio error escuece, pero solo puedes culparte a ti mismo. En cambio, cuando el error viene de otros que sin miramientos cuestionan ‘el virus chino’ o se saltan con total impunidad las medidas impuestas hace enfadar y molesta a cualquiera. Es el caso de Bronson Reed.

El australiano estaba en un momento dulce en su carrera cuando se reanudaron los entrenamientos en el Performance Center. Desde mayo había sido un regular en la programación de WWE NXT, y a mediados de julio consiguió un puesto en el Ladder Match por el Campeonato Norteamericano vacante en NXT TakeOver XXX. Actualmente, Bronson Reed es uno de los aspirantes al título de Johnny Gargano con más posibilidades de arrebatarle la presea, aunque quienes más se acercan a arruinarle la fiesta son sus compañeros que entrenan en la instalación sin mascarilla o sin la mínima higiene de manos.

A pesar de que no puede probarse la ausencia en los programas del ‘Colossal’ entre noviembre y diciembre, sus dos tuits demuestran una frustración con lo que sucede en el mayor gimnasio de WWE.

Justo una semana después del anuncio de que la empresa sería investigada como posible punto caliente de contagio y el mismo día que se supo que NXT tuvo un segundo brote, Reed se lanza a Twitter con un mensaje para todos aquellos que solo miran a su ombligo y hacen caso omiso a las recomendaciones del estado para frenar la propagación de la Covid-19. Ya sea de forma intencionada o despreocupada, son muchos los que se comportan como si la pandemia no existiera, y en ese mismo mes Fightful confirmó que muchos talentos se sienten preocupados por cómo se comportan algunos compañeros en la base de Orlando, Florida.

Una actitud hacia un problema global que puede condicionar la carrera y la vida de otro luchador, creándole serios problemas de salud o arruinándole el futuro push o debut que le llegaba porque necesita atención médica en un hospital. Repercusiones que personas como Drake Wuertz o Bobby Fish, como QAnons confirmados, eludirían de cualquier forma para no confrontar la realidad. El wrestling exige del mayor contacto físico y una confianza extrema entre ambos actores, y ese compromiso por velar por la salud de un camarada debería trasladarse también fuera del cuadrilátero, que esté presente en el Performance Center.

Son pocos pero están identificados y hacen daño. El árbitro ha sido degradado en sus funciones. Puede parecer justo; nada más lejos de la realidad: no servirá como escarmiento para alguien que solamente lo entenderá como la enésima confirmación de que sus ideas están en lo cierto. Porque un loco que busca enemigos los va a encontrar siempre. El conspiranoico seguirá teorizando bajo premisas absurdas. De ahí el segundo tuit de Bronson Reed en noviembre:

Se sabe de qué pie cojea WWE, conocemos a quién aprieta la mano –“The great Vince McMahon”– y a qué fuego se arrima en tiempos de vacas flacas o cuando requiere de un favor. No obstante, poco antes del cambio en la Casa Blanca la empresa ha tomado un rol más serio hacia el coronavirus, y exige a sus trabajadores que hagan todo lo que esté en sus manos para evitar un nuevo brote. Es imposible pararlo, al igual que llevar a cabo todas las recomendaciones no evita el positivo, pero ayuda a que la probabilidad sea baja.

Lo único que le falta es concienciar a esos que crean un mal ambiente en el Performance Center y perjudican al resto de compañeros. Personas que si no se sienten seguros pueden abandonar los entrenamientos semanales y realizarlos en cualquier otro lado, siempre que se lo expliquen al CEO.

Lo peor de todo es que no lo harán. Bronson Reed puede tragar la rabia acumulada que tenga o decidir marcharse a otro gimnasio para estar a punto, porque WWE, ahora que hay luz al final del túnel, no va a mover un dedo y tampoco puede condicionar la situación más que con las acciones que ya ha dado. Porque Estados Unidos es así, y la libertad personal va por delante de la salud pública. Triple H y Stephanie McMahon ya han recibido las dos dosis, Kushida la primera la semana pasada.

Antes de final de año todos los luchadores del Performance Center, el talento y los trabajadores de televisión estarán inmunizados, o al menos los responsables. La pandemia pasará, volverá la normalidad y el problema desaparecerá o se minimizará. La compañía ha estado tomando pautas para evitar la propagación tarde, pero ha sido el paso por seguir del país desde que salieron de la cuarentena: convivir con el virus.

Se reportaba en enero que se hacía una sola prueba al talento y que, quitando algunas clases online, el resto de las actividades se realizaban con total normalidad en el Performance Center. Los rumores de que la ausencia de Keith Lee en RAW son por Covid-19 siguen sin esclarecerse, y así seguirá hasta que el propio luchador se pronuncie. Otra mancha más que se suma al manejo del virus en la empresa durante todo este tiempo. No se lo han tomado en serio hasta que era necesario, con Kevin Owens convenciendo a Vince McMahon de que el público del Performance Center debía llevar mascarilla. ¿En qué quedará todo dentro de un año? En una simple anécdota, en la enésima mala praxis de la empresa, en otra prueba más del poco cuidado en los detalles hacia su talento.

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