En un momento en el que la moral de WWE está en mínimos históricos y la de AEW parece ser cada vez mayor, conviene echar un ojo a qué sucede en cada una de ellas y cómo puede verse reflejado en el producto. Cabe recordar que está bastante claro cuál de las dos cuida más a sus luchadores por lo que, lejos de polémicas basadas en una mera frase o el tuit que promociona este artículo, nos centraremos en el análisis y en poner ejemplos concretos donde se beneficia o se perjudica al talento.
AEW y WWE ofrecen un buen trato a su plantilla, pero con condiciones. En la empresa de Tony Khan es con un seguro médico, siempre y cuando tengas un trabajo de oficina en el organigrama. Así, la árbitra Aubrey Edwards posee sus lesiones cubiertas al ser la desarrolladora de videojuegos de la compañía. El señor Vince McMahon no cubre los accidentes laborales a través de una cláusula contractual, pero sí que al igual que su rival costea los gastos médicos de sus luchadores.
En WWE, si te llamas Brock Lesnar, Roman Reigns o Charlotte Flair puedes darte con un canto en los dientes. Raro será que salgas en una ola de despidos, te quedes sentado en backstage durante meses o pierdas sistemáticamente todos los combates en los que participes. Para cualquier otro wrestler tampoco es una métrica válida, ya que el estar contento no siempre depende de los minutos en pantalla, el registro de victorias o el salario. De ahí que a algunos les sorprenda leer que Sami Zayn y Kevin Owens son felices como para renovar. No obstante, mantienen una posición habitual en pantalla aunque sus mejores años en cuanto al oro se refiere hayan pasado, por lo que puede que no sean los idóneos. ¿Qué piensa Akira Tozawa?
Quienes más sufren son aquellos que por activa y por pasiva reclaman espacio en pantalla y no se les da, aquellos que en cada ola de despidos están en el filo de la colina. En estos dos últimos años la reestructuración de WWE ha llevado al fin abrupto del contrato a cerca de cien luchadores, entrenadores y productores. Ellos, quienes daban fondo de armario a una compañía de por sí enorme, también creaban un ambiente de trabajo que, con las prisas por construir un nuevo mañana, se han cargado. Los problemas se acentuaron en Royal Rumble, que sin productores clave, autobookeos y cambios frenéticos la moral cayó en picado. Sin los Pepe Reina de Raw o SmackDown, el backstage no se puede distinguir de un velatorio.
La ventaja de AEW en este aspecto es que olas de despidos como tal no existen. Sí que se han cumplido bajas a lo largo de los casi tres años, pero lo común suele ser esperar a que el contrato expire, con el competidor siendo usado en cualquiera de las cuatro plataformas hasta sus últimas fechas. Esto permite terminar en buenos términos con el liberado, así como darle una despedida en condiciones. No será un campeonato, pero tendrá un sentido dentro de la programación o de una historia. En otras palabras: no salen en el once inicial, pero tampoco se caen de la convocatoria. Además, el hecho de que Tony Khan permita que luchen en la escena independiente les ayuda a ganarse un sueldo extra o que sigan en forma hasta que vuelvan a tener planes para ellos.
El caso más reciente, el de Mustafa Ali, evidencia la falta de ‘respeto’ –si es que se puede hablar de ello en los negocios– a la hora de dar salida a un luchador. Las prórrogas por lesión pueden ser beneficiosas –siempre que esté de acuerdo con el sueldo y quiera continuar en WWE– y no dar la liberación a las primeras de cambio facilita una negociación si la postura no es de un ‘rotundamente no’. Sin embargo, la política de la empresa en esta situación llega a ser abusiva de vez en cuando. Andrade ‘Cien’ Almas sí, Mustafa Ali no.
En la cuestión monetaria, sería genial conocer los salarios de los luchadores de AEW para poder hacer una comparativa más detallada. Mientras que en villa Tony Khan luchas menos y ganas más por un esfuerzo menor, en la hacienda de Vince McMahon luchas más y ganas igual. También sería interesante conocer si la promesa de que las luchadoras ganarían un sueldo equitativo al de los luchadores se ha mantenido. Habrá que esperar.
No es de extrañar que la opción de ser #AllElite sea tan demandada, y eso condiciona el trabajo de igual forma que cuando una leyenda o una nueva gran contratación hace su regreso en WWE. O dos megaestrellas ganan los Royal Rumble. Los Tier A se convierten en Tier B por la llegada de un Tier S. En cristiano, Khan ficha a alguien para el main event y otro tendrá que esperar más meses a tener su oportunidad. Aunque parezca un fastidio, en el vestuario confían en su líder y comprenden que sus estatus no se ven tan alterados. Al otro lado del frente, en cambio, parece que la nula construcción de nuevas estrellas –quitando un par y a ver qué pasa con los de NXT 2.0– ha terminado por engullir la paciencia de algunos.
La entereza es la virtud de las mujeres en All Elite Wrestling, que llevan meses y meses esperando por el segundo combate en la cartelera, que rara vez sucede. Aunque el nivel en ambas sea más que notable, hay ejemplos de mal bookeo en WWE y de pobres actuaciones en AEW, pero lo peor es el manejo horrible que podemos encontrar en ambas. NXT ya no es el fortín femenino que era antes, y la llegada de talento a la división en el caso de los Dynamite y Rampage no ha ayudado a que les den más tiempo en pantalla aunque la historia lo amerite. Tal vez cuando el Campeonato TBS cambie de manos… Otro clavo al que aferrarse en esta desdicha.
Sea como sea, como Lionel Hutz le dijo a Marge Simpson en el capítulo ‘Bocados inmobiliarios/La cruda realidad’, existe el buen trato y el BUEN TRATO. Lo importante es que sea lo suficientemente bueno como para que las frustraciones de la plantilla no se trasladen a la televisión. Si el corazón está contento, el producto es sobresaliente. ¿Tus luchadores favoritos usan las redes sociales para quejarse? ¿Notas que sus combates son peores? ¿Que no tienen esa chispa en los ojos? Seguro que alguno es incapaz de ocultarlo.
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