AEW lo tiene todo, pero le falta identidad

AEW lo tiene todo, pero le falta identidad

¿Dónde quedó la identidad de AEW?

Las empresas de lucha libre profesional siempre tienen algo que las caracteriza. En el gran esquema, todas las empresas se diferencian de otras por lo que traen a la mesa, sea bueno o malo. La búsqueda por definir una identidad en la lucha libre es primordial, porque nadie quiere ser una empresa del montón. Todas las empresas, en el afán por atraer públicos nuevos o públicos desenamorados con el estado de la industria buscan rellenar esos huecos con un contenido acorde. Actualmente, estamos atravesando una época extraña en cuanto a esto último, porque hay pocas empresas que legítimamente están defendiendo su identidad o lo que las hace especiales.

New Japan Pro Wrestling, por ejemplo, acaba de nombrar a la nueva generación de los “Tres Mosqueteros”, un concepto que se inició en los 90s para definir a los 3 luchadores que cargarían con la empresa. NJPW lo trae de nuevo a la mesa y pone en el ojo de la tormenta a Shota Umino, Ren Narita y Yota Tsuji, como los próximos en cargar con la compañía. Los 3 luchadores, jóvenes y excelentes en cuanto a nivel luchistico se están llevando el cariño de los fanáticos, y están más que preparados para tomar las riendas de todo.

DDT Pro Wrestling, tan fiel a sus principios como siempre, ha estado llevando su caos a empresas como New Japan, ya que Hiromu Takahashi es el Campeón de Hierro y Peso Metal, y ha estado sobreviviendo para quedarse con la presea de camino a su combate en Ultimate Party 2023, contra Kazuki Hirata. Tambien, y aún con la aparición de Chris Jericho y su lucha contra Konosuke Takeshita siendo una realidad, DDT no afloja y deja en claro que su Main Event es, y va a ser el duelo entre el Campeón KO-D Peso Abierto, Chris Brookes, y el líder de-facto de 37KAMIINA, Yuki Ueno, por la prestigiosa presea.

El Consejo Mundial de Lucha Libre se mantiene claro con su ideología en cuanto a la lucha libre se refiere y en cuanto a que compañías no quiere ver ni en papel (AAA). También, hace unos años recuperaron a su Príncipe de Plata y Oro, siendo este el Místico original, que apareció en AEW Dynamite no hace mucho. Y por supuesto, están llevándose los aplausos de la fanaticada de nuevo, soltando prácticas empresarias tradicionales y cerradas, para darle el paso a la nueva generación de luchadores. Y ni hablar del trato magistral de su división femenina, con estrellas como Stephanie Vaquer comandándola.

El reciente regreso de Total Nonstop Action Wrestling, o TNA, es una declaración de principios como ninguna otra. Volver a las raíces, reescribir la historia y abrazar lo que los hizo llegar hasta donde están ahora, y lo que los hizo ser un recuerdo permanente en la mente de muchos fanáticos. La generación de Alex Shelley, Chris Sabin, Frankie Kazarian, acompañados por talentos como Subculture, Mike Bailey y Josh Alexander están dispuestos a darle a TNA el respeto que se merece.

Pero de ahi en más, el wrestling en occidente ha tenido una crisis de identidad bastante clara.

Evitamos hablar de empresas como World Wrestling Entertainment en cuanto a este aspecto porque su identidad nunca se puede definir más allá de “la empresa más grande del mercado”. Como aquí nadie es inversionista, poco nos debería importar las ganancias o el status de una empresa multimillonaria, pero lo que sí nos debería importar a la hora de hablar de lucha libre es toda esta idea de que el pro-wrestling es un arte, ¿por qué? Porque a la hora de hablar, o de criticar al arte nadie se puede basar en lo banal de un número de audiencias o lo amplio del espectro de los ratings, en una sociedad que poco a poco va dejando de consumir el entretenimiento a través de los medios tradicionales como la televisión, y se hunde en el fantástico mundo de los servicios de streaming. Nadie en la sociedad actual puede definir el éxito de una empresa solo porque tuvo un mal rating en un show semanal, y menos sabiendo que gran parte de la comunidad no tiene los recursos para gastar (o no le interesa gastar) en una transmisión legal.

Pero todo este despilfarro de palabras es una entrada a un artículo que te prometió otra cosa con el título. Se porque estas aca, y se que estas interesado o interesada en ver qué es lo que voy a decir. 

All Elite Wrestling ha estado bajo la cresta de la ola este año por muchas razones, que incluso con el show fantástico que fue All In no se pudieron evitar u olvidar. La empresa de Tony Khan enfrentó unos meses plagados de personas que no podían y a veces ni quieren reconocer el contenido legítimamente bueno que todavía se estaba presentando, como la rivalidad entre el Blackpool Combat Club y The Elite que se llevó gran parte del año y se encargó de disipar la tormenta que había sido Brawl Out, demostrandole al mundo lo que era la verdadera identidad de AEW. Y justamente la idea de la identidad de AEW es lo que en estos meses se ha perdido.

La luna de miel

Recuerdo cuando decían con tanto pudor en 2022 y parte de 2021, que «la luna de miel» se había terminado. Ese concepto tan extraño siempre me llamó la atención, porque para AEW la luna de miel realmente termino ahora. Los que me conocen saben que yo vengo escribiendo acerca de AEW desde 2022, y desde esas fechas vengo hablando de historias que pasaron desapercibidas por cuestiones que escapan del producto como producto, y se meten en tópicos que no me gustaría abarcar. La situación actual del producto es algo que yo veía venir y que siempre dije.

Sabemos muy bien que en esta industria las «épocas doradas» se tienen que apreciar bien, porque una vez que ya no están, tu consumo de cierta empresa va a cambiar y va a redefinir muchas cosas que pensabas no podían alterarse. Soy partidaria de que la industria del pro-wrestling actual está en el mejor momento posible, con múltiples colaboraciones, diversos Dream Matches y numerosas storylines que no me dejan madurar al 100%. Tomando del libro de Sanshiro Takagi, la lucha libre es un medio de entretenimiento que te pide creer un poco más y sacar tu alma de niño o niña con la que seguís mostrando emoción y cariño por este arte incomprendido. Y ahora puedo decir que después de pensarlo por un tiempo, AEW ya no tiene ese algo que me hizo defender este producto incluso cuando todo el mundo lo machacaba.

Existe esta concepción extraña de que defender un producto que te gusta y te apasiona automáticamente te vuelve una seguidora fiel al ras de la pantalla que no puede transmitir ni desarrollar un pensamiento crítico, pero creo yo que justamente aquel o aquella que no puede desarrollar eso es todo lo contrario. No creo en la cultura de los «marks» ni los «smarks», me parece innecesario catalogar y calificar a simples fanáticos que consumen algo. Lo que les puedo decir es que existen lamebotas, pero eso es un concepto que vale la pena profundizar en otra ocasión. Soy la primera persona que te dice que ponerle el pecho a las balas por un multimillonario nunca es la solución a nada, pero escapando de todo ese drama sin sentido, me gustaría reflexionar sobre una idea que cada vez va tomando más fuerza: AEW ya no tiene una identidad propia. Con esto no me refiero a esa mentira de que «AEW se está copiando de WWE» o viceversa, que en el negocio de la lucha libre no tiene porque existir porque todos le copian a todos, en búsqueda de crear algo nuevo. Me refiero a que AEW ya no tiene esa posición que tenía en la industria como en otros años o como literalmente hace unos meses. Veamos un poco la razón de esto.

Alterar el orden natural

Si analizamos cómo está compuesta la industria actual vemos que están lo que me gusta definir como “las 4 grandes”. Arriba de todo está WWE, debajo está AEW, debajo de AEW está NJPW, y debajo de NJPW está STARDOM. En si, cada empresa cumple su rol perfectamente. WWE es la empresa de wrestling que milita el “Sports Entertainment” y es la opción del auto-denominado y cada vez menos existente “fan casual”. NJPW es la empresa de Puroresu más grande, donde se prioriza el estilo más recio de lucha libre y donde solo se encuentra la excelencia a nivel técnico (o bueno, eso dicen). STARDOM milita a la lucha libre femenina como ninguna otra empresa es capaz de hacer, incluso en 2023. Es el pico de la montaña que comprende al wrestling femenino, y aún si tu troll promedio de Twitter le quiera bajar el precio diciendo que “es un fetiche”, ha revolucionado la industria.

Y luego está AEW. Hace unos meses, la empresa de Tony Khan era la casa del “fan hardcore”. De aquel desenamorado de la industria del pro-wrestling norteamericano que quería una verdadera alternativa al mayor magnate de la industria. Tanto aquel nuevo fanático que se había hartado, como aquel que estuvo en las épocas de WCW y ECW se podían reunir en un solo lugar, donde la lucha libre en la que ellos creían se mostraba viva como nunca. Aquellos fanáticos que en 2016 habían visto que se esconde del otro lado del mundo habían firmado un contrato tácito con los que se posicionan como los mayores antisistemas de la industria desde los tiempos de Kevin Nash y Scott Hall, donde se expresaba que estábamos viendo una revolución de la lucha libre. Y por años eso fue real, porque el impacto que tuvo AEW en la industria es real. Incluso si no se comprende por el cambio de épocas, la idea de que consideremos una lucha interpromocional, o dos eventos anuales entre la mayor empresa de lucha libre en Japón y la segunda mayor empresa de lucha libre en Estados Unidos como algo común en nuestro día a día es culpa del fenómeno de Jacksonville. 

En solo 5 años, AEW logró cambiar el paradigma y demostrar que con una competencia real la industria puede mejorar exponencialmente, y lo hicieron bajo sus propios términos. The Elite, la facción de Kenny Omega, Hangman Page, Cody Rhodes y los Young Bucks, había cambiado el mundo de la lucha libre como inicialmente prometieron hacerlo en 2019, y aún si Cody se había ido, el espíritu de la compañía se mantuvo como un remanente impregnado en cada parte del producto. Las polémicas de la compañía, aun con el ruido molesto que hacían, no impactaban de manera negativa en las historias, que de un momento a otro se sintieron más honestas que nunca. Porque la característica que hacía destacar a AEW por encima de otras empresas era que hacía pro-wrestling honesto. Pro Wrestling de calidad, que en las palabras de Bryan Danielson, enganchaba a la gente y la tenía pidiendo por más.

Desde Hangman Page gritando que tenia depresion, que sus amigos no estaban de su lado, que estaba solo, y que aún con todo seguía estando en pie como un verdadero hombre, hasta el reinado fantástico de Orange Cassidy con el Campeonato Internacional, que cemento a Cassidy como uno de los mejores luchadores del año. La variedad de storylines, los Main Events de infarto, el melodrama, y la creación de nuevas estrellas hicieron que AEW se posicione como la verdadera alternativa que durante tanto tiempo se buscó en la industria. En All In, el evento que comenzó todo, la empresa llegó a su pico narrativo, con dos highlights que creo yo representan a esta AEW en su totalidad, y la misión que se había encomendado.

En Wembley, el Pro Wrestling honesto triunfo, porque mientras que Kenny Omega terminaba su cuento dorado junto a Hangman Page y Kota Ibushi, uno siendo su compañero más importante, y el otro siendo su amante eterno con el cual iniciaron el efecto mariposa que me tiene a mi escribiendo esto, MJF y Adam Cole cerraron la noche con un abrazo y un momento inolvidable que nos demostró el potencial de este arte de nuevo para conmovernos. Y ahora todo esto parece un lejano recuerdo, porque el estado actual del producto deja mucho que desear.

All In, ¿y después?

Si quieren hablar de ratings y récords de audiencias, háganlo en otro lugar. Como dije arriba, criticar el arte basándose en un número es insulso, porque no se logra comprender realmente qué es lo que está funcionando mal. Incontables críticas de múltiples medios que no vale la pena mencionar te van a decir que la razón por la que AEW esta como esta es porque CM Punk se fue, y aún si la presencia de Punk atraía gente, no hay excusa para que AEW no se sienta como AEW. Lo que hacía a AEW destacar por encima del resto eran sus grandes historias y sus personajes entrañables. Si, había un enfoque mayor en el in-ring, y de cierta manera AEW había desarrollado una imagen de ser la empresa del “workrate”, pero lo que importaba era la profundidad de sus storylines y lo importante que era recompensar al fanático por prestar atención. El reinado de Hangman Page como campeón mundial, severamente criticado en su momento, fue primordial para entender la reunión de The Elite meses después. Así, con varias historias, vimos una progresión de cada pequeño detalle en algo más grande. 

Actualmente, esa progresión de historias no la encuentro por ningún lado. Ni siquiera hablemos de las luchas, que siguen siendo de buena calidad, si no del rumbo de algunas historias que deberían haber sido mucho mejor manejadas. AEW en estos meses perdió la honestidad de sus historias, que ahora no tienen ni estilo ni sustancia. Fuera de personajes como Christian Cage, Swerve Strickland y Eddie Kingston, eternamente infravalorados todos, no encuentro algo que me haga engancharme a la pantalla como antes. La historia de la recaida de Hangman, por ejemplo, debería tener mayor enfoque en pantalla por sobre segmentos de The Acclaimed que no hacen más que alimentar a la maquina de Twitter. Porque hay fanaticos de AEW que no tienen idea que Max Caster está acosando a MJF por redes sociales.

La familia de Don Callis es un rejunte de grandes talentos y ninguno se siente con una personalidad clara porque Chris Jericho metió las narices en un agujero que no le correspondía, sacrificando el potencial de Konosuke Takeshita de tal manera que la propia empresa parece no reconocer que Jericho en unos días va a luchar en DDT Ultimate Party 2023 en contra de él, y en frente de aproximadamente 11.000 personas. La victoria de Takeshita en contra de Omega parece que fue solo un mal recuerdo, porque incluso si Kenny salió a esa lucha con su traje de DDT y se encargó de profundizar en la relación de maestro-alumno que tenía con Takeshita, parece que AEW se olvidó de que tenían una alianza con la empresa. 

Si hablamos de la storyline de MJF con Adam Cole, nos encontramos con que está en un limbo extraño gracias a la lesión de Adam, y aún si eso no se puede evitar, el flujo narrativo se está perdiendo con la necesidad de poner mucha comedia innecesaria y pensar que todo está terminado. Y antes de que me tiren piedras, yo defiendo a la comedia como la manera más honesta de hacer lucha libre y despertar sentimientos en la gente, pero como todo en la vida, si lo vas a hacer, hacelo bien. La incógnita de quién es “El Diablo” se va a resolver en Full Gear, ¿pero de ahí que puede venir que pueda recuperar el impulso que tenían pre-All In? La división femenina de AEW siempre dejó mucho que desear, pero es hasta gracioso que Khan no se disponga a darle el tiempo suficiente a su talento para demostrar de qué está hecho en una industria donde el wrestling femenino está volviéndose cada vez más relevante.

Mejor no hablar de ciertas cosas

Ya hablamos de las razones realmente importantes del porque AEW perdió su identidad, ahora queda hablar de algunas cosas que quedaron en el aire. Haria un repaso de las ultimas controversias de la compañía por fuera del producto, pero no siento la necesidad de despertar discusiones sin sentido. Y como dijo Luca Prodan, líder de la banda Sumo, mejor no hablar de ciertas cosas, como el estado paupérrimo del videojuego de la compañía, o la necesidad tan extraña de alargar historias con gente que no está preparada para cargar con narrativas profundas. Y bueno, otras cosas por fuera del producto con poca importancia como luchadores que viven filtrando información de los shows dia a dia, o la inoperancia de la directiva de la compañía en cuanto a problemas de backstage se refiere.

Y también otras discusiones que nunca se trajeron a la conversación ni se les dio una plataforma, pero que no deberían ser ni mencionadas, como el evidente temor que tiene AEW a reconocer la relación (sea kayfabe o no) de Kenny Omega & Kota Ibushi en cámara a pesar de haber pronunciado su apoyo a la comunidad LGBT+ incontables veces, ni el mal uso de las alianzas que AEW tiene con todas las empresas que no se llaman NJPW, ni las contrataciones recientes y problemáticas como la de Ric Flair, ni las innecesarias promos tanto anti-semitas como racistas en programacion reciente, como la de Juice Robinson con MJF, o la de MJF con Takeshita. Porque son solo eso, cosas.

La suma de todos estos factores, y más cuestiones como el cambio aparente del booking de un mes al otro, y el extraño protagonismo de leyendas no para empujar talentos jóvenes como en anteriores ocasiones, si no para acaparar la atención, nos deja con el resultado de que AEW es una empresa que tiene todo el potencial para reventar todo como hicieron en años pasados e incluso hace unos meses, pero está tan preocupada por la crítica de unos pocos que legítimamente no están interesados en el producto que se olvida de lo que la hizo llegar a donde está. Con esto no digo que tiene que volver a como estaba antes como ciertos artículos lo harían, pero al menos quiero que tenga ese remanente de identidad que la hacía destacar como la mayor casa del pro-wrestling en Estados Unidos.

Cuiden a AEW

AEW no se puede preocupar por los ratings de sus shows sin ver para atrás y ver que hacía que tengan 900.000 espectadores en anteriores ediciones. AEW no se puede preocupar por las asistencias y pegar manotazos de ahogado sin recuperar su identidad. Porque AEW es la única empresa que logró malcriar al fanático promedio a ver una junta de los mejores luchadores del mundo (y de múltiples empresas) en un show semanal como si nada. AEW tiene un roster lleno del mejor talento posible, y debería empezar a mover las fichas para que su futuro no se vea tan sombrío. Queremos ver a gente como Daniel Garcia, Lee Moriarty, Wheeler Yuta, Konosuke Takeshita, Bandido y RUSH en las carteleras. Queremos que gente como Adam Copeland tenga la oportunidad de cruzar caminos con luchadores como Nick Wayne y Darby Allin en un ring y no solo en historias.

Queremos ver las storylines de calidad que nos engancharon a esta empresa, queremos ver incluso los Dream Matches que ahora son más posibles que nunca. Queremos que AEW encuentre su identidad antes de que rasque datos de audiencias que a largo plazo no le van a dar nada. Para criticar a AEW tenemos que soltar lo banal de lo estadístico, y hablar de lo realmente importante que es como perdió su identidad y lo que la hacía destacar. Si AEW es una empresa del montón, perdemos todos, porque actualmente es la que condensa gran parte del mercado del pro-wrestling global. Si AEW es una empresa del montón, ¿que le queda a empresas independientes que están ocultas en un nicho microscópico? Si AEW es una empresa del montón, la industria de la lucha libre va a sufrir. Porque antes AEW tenía todo y le faltaba algo, pero ahora no tiene nada.

Por eso necesitamos que AEW encuentre eso que le hizo especial de nuevo, porque fue la causante de que la industria evolucione en su pensamiento y se vea más abierta a las colaboraciones entre empresas como una moneda común. AEW le conviene a la industria porque es una alternativa donde los luchadores pueden cobrar mucho y estar en el ojo del mundo. AEW le conviene a la industria porque representa una plataforma donde problemáticas como la salud mental se comprenden y se respetan. Es una plataforma donde se habla de lo que no se hablaba antes. Donde se hacen cosas que no se hacían antes. Y estoy 100% segura que varias empresas firmaron a un abusador. Así que eso, ponganse las pilas porque el porrazo que se van a pegar va a llevar puesta a toda la industria. Y si son de los que disfrutan ver esto porque en realidad nunca quisieron una alternativa si no que están enojados con Kenny Omega por no firmar con WWE en 2017, salgan a tomar aire, que está lindo el día. Mi nombre es Roma, pero podes llamarme Gyro, varias personas me conocen así. Como me vas a ver por estos lares un poco mas, te deseo un feliz wrestling, y espero verte en mi proximo articulo.

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